La Palabra de Dios para tiempos como los que vivimosMuestra

Por más que la situación en la que nos encontremos tenga una actitud de desafiar a Dios o parezca desamparada por Dios, la oración, como si fuera un dispositivo que busca su lugar de origen, fija su rumbo nuevamente hacia Dios… la oración es la acción primordial…

Eugene Peterson, Where your Treasure is (Donde está tu tesoro)

AÚN TIENE EL CONTROL

Casi todos los países del mundo han implementado medidas de protección sin precedentes – desde cerrar fronteras hasta la higiene personal. Las medidas se han implementado para volver a tomar el control y prevenir el pánico. Lo irónico es que el control resulta ser ilusorio, mientras que el pánico es real y va en aumento. 

¿Estamos perdiendo la batalla, como la perdían los judíos contra sus múltiples enemigos hace muchos años?¿Estamos dispuestos a clamar con el salmista que la única ayuda que tenemos, la única fuerza que poseemos, el único amparo del que podemos depender es nuestro Dios? 

Él está aquí con nosotros en medio del caos. Aún tiene el control. Él detiene la batalla y nos pide que estemos quietos y reconozcamos que Él es Dios. Así que, suelta el arma rota que es querer tener el control, y ven y encuentra seguridad en Él. 

Con toda la familia:

Corten tiras delgadas de papel. Úsenlas para medir el bíceps de cada persona. (Para lograr la mayor medida posible, ¡dobla el brazo y haz fuerza con el puño!) Pongan el nombre que corresponde a cada tira, mídanla y apunten el largo que tiene. ¿Quién es la persona más fuerte en la casa? ¿Qué tan fuerte será Dios? Cada persona toma su tira y apunta una manera en la que sabe que Dios es fuerte. Compartan sus respuestas; procuren agregar más. Ahora péguenlas para formar una sola tira muy larga. Cuando estamos unidos, Dios nos hace fuertes, y podemos confiar en su fuerza y poder. Peguen la ‘tira de Dios’ en la pared para que les sirva de recuerdo esta semana.

Luego hagan lo que dice en el versículo 10: “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios". Cada persona escribe en una hoja los versículos 1 y 2a: “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra…”. Busquen un lugar donde cada persona puede estar quieta, pongan un reloj que suene después de dos minutos, y durante ese tiempo que cada persona lea en silencio las palabras de estos versículos una y otra vez.

Al terminar, repitan juntos las palabras en oración.

Dios Todopoderoso, aquieta nuestra mente y nuestro corazón. Ayúdanos a fijar la mirada en ti. Ayúdanos a usar esta situación para estar en tu presencia y conocerte más. Amén.