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Restaurada

DÍA 10 DE 10

AUN ME ATREVO A TENER ESPERANZA

El día que salí definitivamente del lugar donde viví estando casada, me puse de rodillas junto a la cama. Para ser honesta, no suelo orar así. Pero ese día, mientras sentía un dolor literal en el corazón, esa fue la forma en la que me rendí delante del Señor.

Cuando estaba de rodillas, solo pude gemir y temblar en Su presencia. Las palabras no eran necesarias, Él estaba allí y entendía cada una de mis lágrimas (Sal. 34:18).

Viví muchos momentos oscuros en los que sentía que ya no podía más, pero también conocí la fidelidad de mi Padre como nunca antes, en medio de ellos. Nunca he escuchado más la voz de Dios ni le he sentido tan cerca como en esos meses. Él fue mi Ancla y mi Buen Pastor (Sal. 23:1-3).

Muchas mañanas desperté con una necesidad tremenda de que Dios me dijera algo que me calmara y recuerdo con claridad el día que leí esto:

“Recordar mi sufrimiento y no tener hogar es tan amargo que no encuentro palabras. Siempre tengo presente este terrible tiempo mientras me lamento por mi pérdida. No obstante, aún me atrevo a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente: ¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es Su fidelidad; Sus misericordias son nuevas cada mañana. Me digo: «El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en Él!»” (Lamentaciones 3:19-24).

Lee de nuevo. ¿Cuál es la razón por la que el profeta Jeremías seguía teniendo esperanza? Porque recordaba que:

  • El amor que Dios da nunca terminará como nuestros matrimonios lo hicieron.
  • La misericordia de Dios se renueva cada mañana para nosotras.
  • Dios es Fiel. Nunca nos fallará, mentirá, jugará con nosotras o nos maltratará.

Y luego, Jeremías le habla a su alma y se repite constantemente esta verdad: “El Señor es mi herencia, por lo tanto ¡esperaré en Él!”.

¿Lo ves? Cristo es nuestra razón para seguir esperando. Todo lo que perdimos lo hallamos en abundancia en Él. Aunque todo parezca gritarnos que nuestra vida se acabó y que quedamos marcadas para siempre, Él hace cosas nuevas (Is. 43:19) y nos redime con Su gracia.

Atrévete a seguir teniendo esperanza, míralo a Él, aférrate a Sus promesas, descansa en Sus brazos y sé transformada por ese amor que durará hasta la eternidad (Jer. 31:3).

Señor, gracias por ser mi esperanza. En este proceso que vivo, ayúdame a recordar que Tú eres todo lo que necesito; eres mi herencia, mi porción, por lo tanto, esperaré en Ti. Te amo, mi Dios. Amén.

Día 9

Acerca de este Plan

Restaurada

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Nos gustaría agradecer a Doménica Maeda por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://destellos7.blogspot.com/

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