RestauradaMuestra

FRACASO

Un matrimonio roto era suficiente para hacerme sentir la mayor perdedora del mundo. Recuerdo que al estar soltera me sentía un poco fracasada comparada con mis amigos y hermanos, ya que ellos habían formado sus propias familias. Ahora, con un divorcio encima, sentía que tenía una gran L de loser (perdedora) tatuada en mi frente.

Sin embargo, el Señor me mostró que Él puede manejar nuestros fracasos; no le asustan, no le preocupan en lo absoluto. Dios sabe que somos polvo (Sal. 103:14) y sigue compadeciéndose de nosotras, como un Padre de Su hijo (Sal. 103:13).

Aunque por ahora nuestra vida nos parezca un fiasco; Él sabe qué hacer con eso. Nos llama a dejar en Sus manos todo el peso de nuestro fracaso y entender que, en la cruz, Jesús pagó también por ello (Is. 53:5).

No sé si estas luchando con la sensación de fracaso. Quizás sientes que tu valor como mujer y esposa ya no existe; o tal vez, consideras que le fallaste a tus hijos al no poder reparar lo que andaba mal en tu matrimonio; incluso, puedes sentir que defraudaste a tus padres o a tu iglesia por divorciarte. Pero, te puedo garantizar que aunque alguno de nuestros proyectos humanos haya fracasado, nosotras no somos un fracaso (Ef. 2:10).

Somos amadas incondicionalmente por el Señor (Jer. 31:3) y redimidas por completo. Él sabe dar nuevas oportunidades (Lam. 3:22.23) y cubrir con Su gracia nuestro más escandaloso fracaso (Ef. 2:4-5).

Mi Buen Padre, gracias por Tu amor, Tu misericordia y Tu perdón. Gracias, porque mi valor proviene del sacrificio que Tu Hijo hizo en la cruz. Tú eres mi herencia y voy a esperar en Ti. En el nombre de Jesús, amén.