MEDITACIONES SOBRE El EVANGELIOMuestra

"MEDITACIÓN 1: Dos Anunciaciones: los Nacimientos de Juan Bautista y Jesús" Este largo texto es el primero de una serie en la que seguiremos, paso a paso, los primeros momentos de la historia de Jesús hasta las tentaciones en el desierto y el comienzo de su ministerio. En este doble fragmento, Lucas pone de relieve los el trasfondo y los orígenes de Jesús según la carne. En cierto sentido, deberíamos vincularlo con la genealogía que presenta en 3:23-38. La salvación de Dios no es un proceso desconectado de la historia humana, ni el Mesías es un alienígena que aparece en medio del tiempo. Hunde sus raíces en el pueblo de Israel; tiene antepasados y parientes; vive bajo el reinado de un monarca concreto, y habla la lengua de su pueblo… Nadie puede negar su condición humana; no es la aparición de un héroe mítico, ni un dios oculto bajo un disfraz. Pero aunque Juan y Jesús comparten el mismo contexto familiar, social, histórico y religioso, hay una diferencia esencial que los separa. Juan “preparará al pueblo para recibir al Señor,” pero a Jesús le “llamarán Hijo del Dios altísimo.” Ambos textos siguen el mismo esquema. En ambos casos, el anuncio de un mensaje de salvación sorprende y agita tanto a Zacarías como a María, a quienes se les dice que alejen sus temores. El mensaje –el nacimiento de un hijo, su nombre y la grandeza de su misión- es tan “tentador” que piden una explicación antes de aceptar los planes de Dios para sus vidas. Los resultados en el caso de Zacarías fueron la concepción extraordinaria de Juan, lo cual significaba al mismo tiempo que Isabel se vería libre de la “afrenta” de ser estéril. Al cabo, los designios de Dios se cumplen a su debido tiempo, aunque la incredulidad de los hombres ponga obstáculos. A Zacarías, a pesar de ser sacerdote, le falta fe, y su mudez será una señal para el pueblo. El anuncio y la promesa de ser la madre del heredero al trono de David que escucha María la hacen consciente de la responsabilidad que asume si acepta la propuesta: “¿Cómo podrá suceder esto…?” Ella es la virgen prudente que, aun siendo una humilde mujer, medita los planes de Dios con espíritu de fe y los asume con todas las consecuencias: “Yo soy la esclava del Señor; que Dios haga conmigo como me has dicho.” Rvdo. D. Mariano Perrón, Sacerdote católico, Arquidiócesis de Madrid, España