MEDITACIONES SOBRE El EVANGELIOMuestra

"MEDITACIÓN 2: Dos himnos: Benedictus y Magníficat." lvemos a encontrar dos textos contrapuestos en las primeras páginas de Lucas. Dos contextos, dos himnos, pero un contenido común: la alabanza y la acción de gracias por las maravillas que ha realizado Dios en favor de su pueblo. Los dos cánticos, conocidos por sus dos primeas palabras en latín, son tan ricos, que se han utilizado en las liturgias de Laudes y Vísperas a lo largo de los siglos. Comencemos con el contexto del Benedictus. Para Zacarías, el momento que inspira sus palabras es el nacimiento de Juan, el hijo prometido. Las palabras de Dios no son vanas. Nunca lo son. De hecho, no sólo ha sucedido lo anunciado por el ángel, sino que todo es reflejo y vislumbre de lo que va a ocurrir. Las promesas de liberación pronunciadas por los profetas de antaño han comenzado a cumplirse. El nacimiento de Juan no es un hecho aislado, sino el anuncio y el comienzo de una nueva era. Al niño lo llamarán “profeta del Altísimo”, porque allanará el camino del Señor, preparará un pueblo al que se le perdonarán los pecados y, a la vez, caminará por la senda de la salvación. Por fin, el pueblo “que andaba en la oscuridad verá una gran luz” (Isaías 9:1). Jesús, el Mesías, “la luz del mundo” (Juan 1:3-5), está a punto de nacer. Y eso no es obra de deseos o proyectos humanos: la salvación viene de lo alto. En cuanto al contexto del Magníficat, María se encuentra en usa situación totalmente distinta. Vive en un momento de “bendición a la expectativa”. Descubre que las palabas del ángel se han cumplido: las dos, ella e Isabel, esperan un hijo, aunque ninguno de los niños hay nacido aún. Ambas madres viven en una atmósfera de bendición gozosa, y el pequeño Juan, aun no nacido, parece compartir su gozo esperanzado. Viven por adelantado el futuro mensaje de Jesús: los misterios del Reino se les revelan a los humildes y sencillos (10:21). En el himno también resuenan las Bienaventuranzas. El viejo orden va a cambiar de arriba abajo a favor de los hambrientos y los pobres. El futuro llamamiento de Jesús a la “conversión,” a “cambiar de mentalidad,” se está produciendo ante nuestros ojos en las palabras de María. Un último detalle: los dos himnos señalan, desde el comienzo mismo, las dos líneas que enmarcarán el Evangelio de Lucas. En Jesús se han cumplido todas las promesas pasadas (incluso desde Abraham, mencionado en ambos textos). Y María, la humilde “esclava”, es un signo de los “pobres” a los que Jesús traerá la Buena Noticia de la salvación. Rvdo. D. Mariano Perrón, Sacerdote católico, Arquidiócesis de Madrid, España