Una fruta de temporadaMuestra

Dominio Propio

Tengo la intención de ir al gimnasio a las 5:30 a.m., pero mi almohada es muy suave. Me siento a leer un devocional, pero me encuentro en Facebook. La falta de autocontrol puede dañar tanto el cuerpo como el espíritu.

Una corredora olímpica tiene una voluntad de hierro. Ella vence su cuerpo hasta la sumisión porque está apuntando al oro. Se esfuerza a pesar de que sabe que su logro no es permanente.

Estoy en una carrera hacia un premio que durará para siempre: la corona de la vida eterna. Pero mi carrera no ha terminado. Necesito dominio propio espiritual para mantener el rumbo, para no ser descalificado para el premio. La cuestión es que, cuando se trata de autocontrol, tengo dos "yo" en mí. Mi yo pecador se desvía del curso con peligrosa indiferencia. Mi yo santo corre al ritmo del Espíritu. Mientras viva en la tierra, mi pecador y mi santo interior lucharán por el control.

¿Puedo ganar esta carrera? Solo con la ayuda del Espíritu Santo. Mi entrenador personal (espiritual) usa la Palabra de Dios para despojarme de mi indiferencia y recargar mi fe. Él me permite mantener mis ojos en el premio. "¡Fijen sus ojos en Jesús!", insiste. "No te desanimes. No abandones. Cristo ha ganado la victoria, y tiene una corona de vida para ti".

"Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible" (1 Corintios 9:25).

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