Una fruta de temporadaMuestra

Amor

Los árboles frutales necesitan raíces fuertes. Las raíces ayudan a un árbol a reunir suficiente humedad y nutrientes para eventualmente dar fruto.

Dios quiere que Su pueblo también dé fruto, fruto que nunca esté fuera de temporada. Y así como el fruto de un árbol procede de su raíz, así el fruto de un cristiano procede de la obra encubierta del Espíritu Santo. A través del Evangelio del amor de Dios, el Espíritu nos cambia, permitiéndonos llevar "el Fruto del Espíritu". Un ejemplo de ese fruto es el amor cristiano.

El amor que viene naturalmente a los humanos crece de raíces mundanas. Tal amor madura rápidamente y se pudre rápidamente. El amor arraigado en el Evangelio es diferente. "En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. . . . Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad" (1 Juan 3:16,18).

Por supuesto, dar nuestras vidas por alguien no es una forma típica de mostrar amor cristiano. El amor diario no es tan heroico. Pero sí se requiere fuerza santa para dejar nuestra impaciencia con nuestros hijos llorando, para establecer nuestras propias agendas y escuchar las preocupaciones de un amigo, para dejar nuestro deseo de tomar represalias cuando alguien nos lastima. Tal amor en acción requiere la obra del Espíritu en nuestros corazones. Tal amor solo es posible porque Cristo nos amó primero.