Una Persona Conforme Al Corazón De DiosMuestra

Victoria de David

Cristian, quien se está riendo de un compañero de trabajo, oye que su celular timbra y corre a contestar, luego de decir hola, la sonrisa se desdibuja, sus ojos se abren, empieza a correr un frío de incertidumbre. La noticia era acerca de su madre, había perdido el conocimiento e iban camino al hospital más cercano.

El rey David regresa de pelea con su ejército y encuentra que la ciudad está destruida. Mujeres y niños secuestrados. Cristian y el rey David vivieron sentimientos similares. ¡Confusión y consternación!

Cristian tomó su abrigo y angustiado corre al ascensor mientras le cuenta a un compañero sobre la llamada. El rey David también estaba angustiado, lloró a más no poder y luego le pregunta a Dios si los debe perseguir, ¿les ganaré? ¡Dios le dice que sí!

El recorrido al hospital pareció eterno y recordó la historia que vivió el rey David al llegar a su ciudad; la misma historia que estamos leyendo hoy. Intentó cerrar un momento los ojos para mantener la compostura y no permitir que las emociones y suposiciones lo dominaran. Sintió la necesidad de respirar más despacio y encomendar la situación a Dios. El rey David con un ejército diezmado, 200 de ellos se rezagaron en el camino. Su fuerza era la convicción de que Dios guía los pasos de los fieles. Tenían el objetivo de rescatar a sus mujeres e hijos. Sorprenden al ejército amalecita que era superior a ellos en número, y tal como lo dijo el Señor, la victoria fue de David. Rescataron a todas las mujeres y niños, y no faltó nadie. Por su parte Cristian llegó al hospital, su madre recuperó la conciencia al momento de verlo a él. Le practican exámenes para saber qué pasó.

Las situaciones que nos suceden, buenas y malas, nos llenan de emociones y el estrés hace su trabajo. Pidámosle a Dios que nos ayude a buscarlo en cada situación. Que en medio de una tormenta de emociones y pensamientos podamos buscarlo a Él para que guíe nuestros pasos y si es su voluntad que la “victoria” sea nuestra.

Recordemos 1 Samuel 2:9: “Él guiará los pasos de sus fieles, pero los malvados se perderán entre las sombras”. ¡Nadie triunfa por sus propias fuerzas! Confiemos y descansemos en Él.