Una Persona Conforme Al Corazón De DiosMuestra

La unción de Samuel a David

El Señor le dijo a Samuel que dejara de lamentarse y de llorar a Saúl, pues Él había sido muy claro que lo había rechazado como rey de Israel por su mal comportamiento, rebeldía, arrogancia y desobediencia. En este momento el propósito declarado por Dios era transferir el reino a otras manos. Dios le ordena a Samuel que no pierda más tiempo y cumpla su rol de profeta; que llene de aceite su cuerno y se ponga en camino hacia Belén, a la casa de Isaí, pues Dios ha escogido como rey a uno de sus hijos. Belén era un pueblo sencillo y humilde ubicado a unos ocho kilómetros al sur de Jerusalén. Samuel se dirigió hacía Belén y después de cumplir con el rito de la purificación de Isaí y de su hijos, la familia de Isaí fue invitada por el Profeta al sacrificio. Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: “Sin duda que este es el ungido del Señor”. Aquí Samuel cae en el error de dejarse impresionar por la apariencia externa, y no en el corazón, la disposición interna y el carácter de la persona.

Después de ir descartando uno a uno de los hijos de Isaí que estaban presentes, quedaba el más pequeño y quizás insignificante para su padre y que no había sido invitado a la reunión. Se trataba de David, quien estaba cuidando el rebaño. Al traerlo, el Señor, experto en ver lo que el ojo humano no puede, le dijo a Samuel: “Este es; levántate y úngelo. Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él”.

Dios tiene una manera diferente de selección, llama a quienes menos pensamos para llevar adelante Sus propósitos, porque Él se fija en lo interno y no en lo externo como lo solemos hacer la mayoría de nosotros. A Dios le place escoger lo débil, lo pequeño para llevar adelante Sus planes, para que no quede duda que fue Su poder quién lo hizo y no el hombre con sus capacidades y para que la Gloria sea solo para Él.