Una Persona Conforme Al Corazón De DiosMuestra

Salmo de David

En la historia de David podemos observar que tuvo que enfrentar en muchas ocasiones persecución. El capítulo anterior registra algunos acontecimientos en los cuales David fue protegido de una muerte segura. Es en este pasaje el cantor de Israel agradece al Señor por Su fidelidad al cuidarlo.

Este capítulo tiene una gran similitud con el Salmo 18, David entona un canto de liberación y reconoce que Dios es su roca, su amparo, libertador, escudo y refugio. Con estás expresiones David muestra su absoluta confianza en el Señor en los momentos más difíciles de su vida.

Es evidente que David experimenta la presencia de Dios y una relación íntima con Él. Las expresiones mi roca, mi amparo, mi libertador, mi escudo, mi protector, mi salvador lo confirman. Esta no es una confianza circunstancial sino una confianza permanente.

David en este canto también reconoce la grandeza de Dios. Él es el Dios infinito, poderoso, que estremece los cielos y la tierra, que se levanta en ira contra la maldad y la injusticia y rescata al que lo ama, porque reconoce a aquel que lo busca, al humilde, al que vive delante de Él en integridad. Aunque David, no era una persona perfecta, era un hombre con un corazón humilde, dependiente y dispuesto a rendirse al Señor. Algunos autores afirman que es posible que este Salmo haya sido escrito antes del pecado de David con Betsabé, ya que los Salmos posteriores hacen énfasis en la gracia y misericordia de Dios.

Al finalizar el Salmo, él reflexiona sobre los acontecimientos pasados recordando el actuar de Dios a su favor y eso lo lleva a vivir seguro en el presente y en el futuro.

Con cuánta frecuencia cuando atravesamos momentos difíciles en vez de buscar el refugio y la presencia de Dios, en vez de tener la firme convicción de que Dios está con nosotros buscamos refugio en recursos humanos. La vida está llena de temores, David no fue exento de esto pero él afirma: “Pero en mi angustia, clamé al Señor; sí, clamé a Dios por ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos”.

Que la angustia y el dolor nos lleven a clamar el consuelo y la protección que viene de Dios, que reconozcamos que creemos en un Dios que no es ajeno a nuestras situaciones y estemos seguros que Dios escucha nuestro clamor. Él es fiel.