¡Ayúdame, Señor! ¡Soy Madre De Pequeños!Muestra

SOMOS CRIATURAS E HIJAS SOSTENIDAS POR SU ALIENTO DE VIDA Y LA VIDA DE SU HIJO JESUCRISTO

¿Cómo nos relacionamos con un Dios que es Padre? ¿Cómo soy hija de ese Dios Padre? ¿Cómo ese Dios Creador y Padre se puede compadecer de mí, criatura e hija? ¿Cómo me ayuda en mi rol de madre?

Nos podemos relacionar con Dios como nuestro Padre porque le tememos, y le tememos porque lo conocemos. Lo conocemos porque Él se ha revelado a nosotras pecadoras por medio de Su Hijo que ha venido a ser nuestra santidad, obediencia y vida eterna. En el momento que creemos en Su Hijo Jesucristo y nos arrepentimos de nuestros pecados Él nos adopta como hijas e iniciamos nuestro caminar para despojarnos del pecado que aún nos asedia, y nos asediará hasta que Jesús regrese.

Por eso Él se compadece, porque sabe que somos polvo, criaturas sostenidas solo por su aliento de vida. Se compadece porque Su Hijo Jesucristo se hizo hombre y vivió en nuestro lugar una vida perfecta a pesar del dolor, traición, escasez y las persecuciones que enfrentó; Jesús no pecó. Murió en una cruz para acabar con el dominio del pecado en los corazones de quienes creen en Él. ¿Crees en Él?

Esta verdad debe cambiar en cómo ves tu rol de madre. Dios te entiende, Jesús se compadece y el Espíritu Santo te fortalece en esta verdad. Nada más poderoso hay en un Dios Amoroso que nos comprende tanto que se encarnó para no condenarte, sino para salvarte. Sea esta verdad la que te sostenga en los días difíciles y cansados. Dios no te está apuntando con el dedo cuando fallas, se compadece de ti y te ayuda a seguir adelante.

APRENDE- VIVE- LIDERA

• Aprende: ¿Qué comprendes Salmos 103:13-12?
• Vive: Lee en voz alta todo el salmo 103 y anota aquellas promesas que te afirman en quién es Dios.
• Lidera: Comparte este mensaje con otra mamá, ora con ella y ayúdense mutuamente.

ORACIÓN

Oremos. Señor, bendito sea Tu Hijo Jesucristo por dar Su vida por mí y por compadecerse de mí. Gracias porque Su sacrificio en la cruz pregona libertad a mi alma para no vivir en condenación ni en constante sufrimiento, sino en libertad y gracia de que Tú me estás formando y llamando a Ti. Perdóname por las veces que me quejo y por no leer Tu Palabra para conocer más de Tu amor y fidelidad. Ayuda a mi fe, ayúdame a tener gozo, paz y descanso en que Tú estás conmigo siempre. En Jesús, amén.