La esperanza es una persona Muestra

Pueblo de Esperanza

Tenemos varios ejemplos de personas en la Biblia que experimentan temores de la vida real, y su esperanza y fe se tambalean.

“Contra toda esperanza, Abraham creyó y esperó…” (Rom. 4:18 NVI). Se le prometió que sería padre de multitudes, pero su esposa era estéril. Abraham esperó cuando no había esperanza. Abraham activó la esperanza porque estaba “…convencido de que Dios tenía todo el poder necesario…”. Y la promesa se cumplió. Sin embargo, Génesis 16:1-2 nos muestra que Abraham luchó con su esperanza en la espera.

En Jueces 6, los israelitas estaban tan temerosos de la continua destrucción de sus enemigos que se escondieron en cuevas. En su opresión clamaron a Dios, y Dios envió un ángel para encargar a Gedeón que derribara los altares de los dioses enemigos diciendo: “El Señor está contigo, valiente guerrero”. Sin embargo, esta promesa no fue suficiente. La respuesta frustrada de Gedeón fue: “—Pero, señor —replicó Gedeón—, si el Señor está con nosotros, ¿cómo es que nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas las maravillas que nos contaban nuestros padres, cuando decían: “¡El Señor nos sacó de Egipto!?”. ¡La verdad es que el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de Madián!" (Jueces 6:13 NVI) Entonces Gedeón pide varias veces pruebas de la fuerza y ​​la presencia de Dios. Gedeón derrotó al enemigo. Sin embargo, Gedeón luchó por tener esperanza sobre sus sentimientos.

Jeremías conocía el dolor y la lucha de permanecer en la esperanza. Antes de nacer fue llamado por Dios como profeta para derribar el mal y edificar el Reino de Dios. Durante 40 años luchó por la justicia contra el pecado del pueblo con la esperanza de una renovación espiritual en el pueblo de Dios. Pero todos sus esfuerzos no fueron suficientes. Lamentaciones 3 da una vívida descripción de su propio dolor y aflicción. “... las aguas se cerraron sobre mi cabeza, y pensé que iba a perecer... todo lo que había esperado...”. Pero en lugar de ceder a las aguas de la desesperación, Jeremías recuerda la compasión y la fidelidad de Dios .“...Grande es vuestra fidelidad...bueno es el Señor con los que en él esperan...bueno es esperar en silencio la salvación del Señor”. Jeremías luchó con la esperanza debido a sus fallas.

En Mateo 14, Jesús instruye a Sus discípulos a subir a la barca e ir al otro lado del lago. Actuando de acuerdo con Sus palabras, llegaron al centro del lago cuando sopló una fuerte tormenta de viento y ¡se asustaron! La esperanza de los discípulos se desvaneció por el miedo y la inseguridad.

Estas historias prueban que puedes estar con Dios y aun así luchar con tu fe. Las pruebas y las luchas no significan que Dios no está cerca o que tu fe se ha ido.

Él tiene un propósito para cada tormenta. La lucha es a menudo el lugar donde Él se revela a nosotros de una forma que nunca lo hubiéramos conocido de otra manera. En la historia de los discípulos, ¡Jesús viene a ellos caminando sobre el agua! Pero no nos dice cuánto duró la tormenta. Lo importante es que Él vino a ellos de una manera nueva y poderosa. Lo que aprendemos de nuestras pruebas depende de dónde ponemos nuestra esperanza. ¿Será nuestra esperanza que la tormenta pase, que nuestras expectativas se cumplan, o esperaremos en el Único que puede calmar la tormenta?

Jesús está contigo y te acompañará. Leemos acerca de Su fidelidad una y otra vez en muchos relatos que no están en esta página. Él promete nunca dejarte ni abandonarte. En la esperanza, escucha Su voz, búscalo.

Tu esperanza es un ancla en la tormenta.