[Serie Una sola carne] El poder de una sola carneMuestra

¿Es inherente en el hombre la pluralidad en la unidad?

De hecho, Dios nos hizo un ser en tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Nuestra vida es la unidad total de las tres partes. Aunque no las entendemos plenamente, vivimos con esta pluralidad diariamente. Es parte del diseño de Dios para el ser humano.

1)  Espíritu

En calidad de miembros del cuerpo de Cristo, los hijos de Dios son automáticamente uno en espíritu. «¿No ha hecho él un solo ser que tiene carne y espíritu?... Guardad, pues vuestro espíritu, no traiciones a la esposa de tu juventud». Como somos una unidad, lo que hace una parte de nuestro ser afecta a todo lo demás. Lo que haces con tu cuerpo (como ser infiel), afecta a tu alma (sentimiento de culpa), a tu espíritu (tu diseño es alterado y te aíslas de tu cónyuge cuando eres una sola carne; te cuesta relacionarte con Dios, aunque Él está en ti permanentemente). 

2)  Alma

Las emociones deben someterse al gobierno del Espíritu Santo. El conocimiento debe ser confrontado con la Palabra de Dios, disponerse para ser iluminado en la edificación. La voluntad debe entrenarse para hacer, vivir, expresar a Cristo.

3)  Cuerpo 

El cuerpo nos permite relacionarnos con la creación de Dios por medio de los sentidos. Dios estableció que sería también uno de los aspectos en la relación de pareja, «llenad la tierra…». El cuerpo debe someterse al gobierno del Espíritu Santo, porque sus obras se alinean con las costumbres culturales del sistema de este mundo, pero no con el diseño de Dios.

Esta pluralidad (espíritu, alma y cuerpo) vive en unidad en cada persona. Ser una sola carne con el cónyuge también debe ser una expresión de unidad. 

Nace una vida en una sola carne

Antes del matrimonio, el hombre y la mujer son independientes, pero se prepararon para ser una sola carne al casarse. Entonces se unen en propósito, metas, proyecto de vida, en mutuo acuerdo y viven como corresponde al diseño de Dios, no según su propio parecer o lo que dicta la moda de la sociedad y la influencia de películas, series televisivas y redes sociales. Como hijos de Dios, debemos discernir y separar lo que compete al diseño divino y lo que no.

Reflexionemos

¿Entiendo la pluralidad en unidad en mi ser? ¿Entiendo y vivo la pluralidad en unidad en mi matrimonio? ¿Qué debo resolver para volver al diseño divino?