Dios es buenoMuestra

LA TEOLOGIA PERFECTA

Hay un deseo profundo y personal en el Cuerpo de Cristo de ver a Jesús por quien Él es. Jesucristo es perfecto en todas sus formas. Él es perfecto en hermosura, en majestad, en poder y en humildad. La lista de sus maravillosas características y virtudes es infinita. Jesucristo es la teología perfecta: Él es la voluntad de Dios personificada.

Jesús sanó a todos los que vinieron a Él. También sanó a todos los que el Padre le dijo que sanara. Crear un estándar distinto al que Cristo nos dio es inaceptable. Él detuvo todas las tormentas amenazadoras que se le presentaron. En ningún momento usó su autoridad para incrementar el impacto de una tormenta o causar algún tipo de calamidad. Nunca le ordenó a una tormenta destruir una ciudad para que los ciudadanos se volvieran más humildes y aprendieran a orar, para que se volvieran más semejantes a Él. Hoy en día, muchos de nuestros líderes espirituales explican por qué el Señor envió la tormenta: para quebrantar el orgullo y el pecado de una región.

Obviamente, Dios puede usar una tragedia para sus propósitos, pero eso no significa que el problema fuera parte de su plan. Jesús no lidiaba con las tormentas de esa manera. Sin importar cómo o por qué esta se desataba, Él era la solución.

Hace dos mil años se creía que toda enfermedad venía del diablo y que la sanidad venía de parte de Dios (una señal de la realidad actual del Reino de Dios). Incluso algo tan simple como la fiebre se consideraba que provenía de Satanás. Las cosas se han desvirtuado tanto que muchos ahora piensan que el Señor envía o permite la enfermedad para moldear nuestro carácter, mientras que se cree que los que persiguen el ministerio de la sanidad están desequilibrados o, en el peor de los casos, que son del diablo. La situación se agrava si esa persona cree que todos deberíamos ser sanos. Es aterrador ver cómo las cosas pueden desvirtuarse tanto en dos mil años. Lo que es aún más desconcertante es que los mismos que consideran que Dios aprueba o incluso envía la enfermedad para nuestro beneficio no tienen problema en ir al médico para encontrar la cura a su enfermedad. Ese enfoque irracional hacia la Escritura tiene que parar. Y aquellos que nunca permitirían que les oraran para recibir sanidad consideran que ir al médico es algo de sentido común. Puede ser común, pero le falta el sentido cuando contradice el ejemplo que se nos fue dado en las Escrituras.

Dios salpicó todo el Antiguo Testamento con evidencias de su bondad, totalmente visible para aquellos con suficiente hambre como para verla. Estaba preparando el escenario para la mayor revelación de todos los tiempos: Jesucristo. Jesús es la revelación del corazón y la naturaleza de Dios, el Padre.

Incluso antes de que conozcamos a Dios como nuestro Padre, Él hace cosas para llenar nuestro corazón de alegría. Eso es maravilloso. Es su tarjeta de presentación. Él atrae a cada persona hacia sí para que pueda experimentar su favor. Su deseo es que ese favor despierte en sus corazones un anhelo por conocerlo como su Padre. Él no va a forzar la relación con nosotros, porque continúa trabajando para proteger una de las partes más gloriosas de su creación: el libre albedrío del ser humano. Aun así, en su anhelo por relacionarse con nosotros, nos atrae por medio de bendiciones que solo pueden venir de un buen Padre.