Vivamos con dignidadMuestra

¿Qué te gobierna?

Las familias comienzan a enseñar a los niños a dejar de moverse por el gobierno de las emociones y aprender a realizar decisiones correctas a los 3 y 4 años de edad. Cuando el niño no aprende, llegará a los 40 años y seguirá reaccionando, y haciendo los mismos berrinches para conseguir lo que quiere lograr, de acuerdo a sus sentimientos. 

Por eso tenemos tanto matrimonio destruido en esta generación, donde los hombres son gobernados por sus emociones, con una filosofía de satisfacción de sus sentimientos y logro de su felicidad idealizada, a toda costa. Entonces dicen, siento que amo a otra persona. Manejan el amor como un sentimiento, pero el amor no es un sentimiento, así lo enfoca la filosofía humanista para respaldar su posición muy particular. Pablo en la primera carta a los corintios describe de manera magistral el amor, y vemos que el amor se traduce en acciones, no son sentimientos. Pero una persona que está acostumbrada a moverse por el sentir, piensa que el amor son maripositas en el estómago. No es así. En ocasiones no siento enseñar, pero lo hago porque ese es mi llamado. No me muevo por el sentir, sino por lo que es correcto. 

En ocasiones me siento más animado a descansar que ir al trabajo, pero no me muevo por el sentir sino por la verdad y lo correcto. Sé que mis sentimientos muchas veces son engañosos. Frecuentemente, me indican algo diferente a lo que es correcto. No puedo decir: siento que Dios no me ama, es una tontería, porque la Escritura dice que Dios me ama y me amó aún, en la condición de pecado en la que me encontraba. 

Dios no se mueve por sentimientos. Dios no dice: siento deseos de bendecir a mis hijos. No, Él ya lo hizo. Dios nos bendijo con toda bendición espiritual. Dios no puede decir hoy, no siento amor por el mundo, porque las Escrituras dicen que de tal manera amó Dios al mundo… es una decisión, ya lo estableció. Dios no puede decir que no atiende más a los hombres. No me gusta el color del mar, lo voy a poner morado. No es así. Dios se mueve por decisiones firmes establecidas desde la fundación del mundo, por lo que es correcto, por valores eternos. Debemos aprender a vivir moviéndonos por valores eternos. Por eso, cuando Pablo escribe a los filipenses, les habla de ser firmes; mis decisiones deben ser espirituales y no emocionales. Debo oír la voz del espíritu y no de las emociones. Lo que determina si un día es bueno o es malo son las cosas que yo hago, independientemente que sienta o no sienta hacerlas.