Los personajes de la Pascua: Simón PedroMuestra

Pienso seguido en las simples palabras que Andrés dijo ese día. Lo hemos encontrado. Pienso en mi propio padre, que escuchó esas palabras de la boca de mi tía que las había oído en un programa de televisión de un evangelista llamado Billy Graham. Mi padre caminó en ese pasillo en 1971 en Chicago y cambió la historia de su problemática familia. Hoy, estoy acá, escribiendo sobre La Pascua, porque mi padre oyó esas palabras y se las dijo a una jovén judía, quien luego seria su esposa, una madre que un día le diría a su hijo: Lo hemos encontrado. 

Juan predicaba. Andrés escuchaba. Juan apuntaba a Jesús. Andrés encontró. Así es como el Evangelio te alcanza a ti y me alcanza a mí. Dios nos manda a alguien: una voz en la radio, un amigo persistente o un camino descarriado. 

Simón no lo sabía pero su historia se había escrito antes de su nacimiento. Todo comenzó 30 años atrás, en una pequeña ciudad llamada Belén, cuando un humilde carpintero y su esposa tocaron la puerta de una posada, rogando un lugar para dar a luz a su bebé. La historia de Simón comienza cuando un anciano sacerdote llamado Zacarías y su esposa, Elizabeth, milagrosamente concibe y da a luz un niño que será profeta. Jesús, Juan el Bautista, y Simón se encontraron, no por accidente o destino, sino gracias a la mano silenciosa de Dios. La plenitud del tiempo estaba llegando para soportar a un desprevenido joven pescador. 

Y fue en el día que Simón lo siguió sin ganas, que el pescador se convirtió, según Jesús, en Pedro, que significa "roca" (Mateo 16:18). SÍ, él que tuvieron que arrastrar hasta Jesús, se convertiría en un pilar fundamental de la creación del nuevo movimiento de Dios en el mundo, sería parte de la historia de la salvación, como uno de los doce apóstoles y escribiría dos cartas que se convertirían en Santa Escritura. 

Las personas más cercanas a Jesús y que tenían la tarea de fundar la iglesia, no iban a ser descarriadas por las elegantes escuelas rabinicales o por los educados escribas ni tampoco por los hombres de sangre azul de la corte de Herodes. Pero sí, arrancados como muchos de los líderes de Israel, del rango común. El reino de Dios parece estar lejos de los poderosos y cerca de los desheredados, invisibles y descalificados. El carpintero Rey, nacido pobre, busca a sus seguidores entre aquellos que el mundo no ve.