GETSEMANÍ

Cerca de la medianoche, el pequeño grupo de discípulos, guiado por Jesús, llegó al huerto de Getsemaní, lugar donde Jesús acostumbraba a orar (Lc. 22:39). El término traducido para la palabra "lugar" se refiere a una propiedad definida o a un lugar encerrado. Quizás era un huerto privado. Getsemaní es un nombre en que viene del arameo y quiere decir "prensa de olivas". Ésta sería la arena de agonía donde se libraría la batalla de los siglos. Él entró resueltamente a este valle de sombra de muerte (Sal. 23:4) con el fin de prepararse a sí mismo y a los discípulos para el suplicio del día siguiente.

Jesús quiso pasar un rato hablando con su Padre para prepararse para su muerte. En este momento de comunión entre Cristo y el Padre, podemos observar la relación entre los dos. Jesús estaba totalmente sumiso a la voluntad del Padre. Sin embargo, la prueba parecía ser más de lo que podría aguantar. Cualquier otra alternativa hubiera sido preferible. ¿Has tenido algún momento de tu vida que identifiques con este momento?

En su oración, Jesús manifiesta su entrega integral y decidida. Postrado sobre su rostro, ora sometido a la voluntad de Dios. La petición final es que se haga la voluntad divina; por lo tanto, no deseaba imponer su propia voluntad, sino que deseaba aceptar la del Padre.

Al mismo tiempo, vemos que en los vv. 39, 42 y 44 la oración se repite. No es mera repetición sino prueba de que en verdad el pedido era sincero. Seguir orando evidencia determinación y confianza. Continuar orando por algo no indica falta de fe, no es antibíblico ni señala que estamos fuera de la voluntad de Dios. El gran secreto que nos enseña aquí este Rey es entender y comprender que aún en el dolor la voluntad personal no satisface, sino la de Dios.

Jesús sabía cuál era la voluntad del Padre y no huiría de ella. Saber cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas, se transforma en un tema central para poder caminar con claridad.

Por último, el Getsemaní, tus tiempos de dolor, nos enseñan a orar en los momentos críticos y angustiosos; nos llaman a acudir al trono de Dios para "hallar gracia y oportuno socorro" (Heb. 4:16). A la vez, Getsemaní nos da el inolvidable ejemplo de un sometimiento integral a la voluntad del Padre, conscientes de que ése es el único camino que conduce a la victoria final.

Entrega toda tu voluntad al Padre y acepta lo que Él tiene para tu vida.

No dejes de orar por esto.