Corona de Dios, creado para gobernar

Dios creó primero todo lo que necesitabas antes de crearte a ti. Eso quiere decir que creó tu provisión para que, al momento de crearte, ya existiera todo lo que necesitarías. Eres la creación más perfecta de Dios, el único ser hecho a Su imagen y semejanza. Eres la corona de la creación; creado para gobernar, para señorear la tierra, para ejercer autoridad delegada por Dios. Usa esa autoridad de la manera correcta; úsala para darle gloria y honra a tu Creador.

Él se detuvo para crearte, no usó la palabra como con el resto de la creación, usó Sus manos y sopló de Su propio aliento en ti. Eres especial, tienes un valor incalculable. Ningún ser creado en la tierra puede compararse contigo porque nada ni nadie fue creado igual que tú; a ti Dios te dio vida de Su vida, te formó de manera detallada, delicada y especial, y es de ti de quien único dijo: "Señorea la tierra". Fue a ti a quien entregó toda la creación, y a quien dice la Palabra que Dios bendijo.

Ejerce tu llamado de autoridad con sabiduría, no como el mundo quiere, sino como Dios te dirige a hacerlo. Gobierna con compasión, con amor, con respeto; deja que los frutos del Espíritu sean manifiestos por medio de ti, que el nombre de Dios sea exaltado por causa tuya.

No te conformes con vivir como un mendigo; no lo necesitas, tienes un Padre, dueño de todos los tesoros de la tierra, del oro y la plata, de toda la creación. Eres hijo de un Rey, y como hijo del Rey de reyes y Señor de señores, tienes poder para ordenar, para gobernar, para dirigir conforme a los estándares establecidos por el reino al que perteneces.

No fuiste creado para vivir en desorden, fuiste creado para vivir bajo el orden del Padre. No fuiste creado para vivir en oscuridad, sino para vivir en la luz. Fuiste creado para ser luz, fuiste creado para las profundidades del Dios, pero también para vivir en las alturas por encima de todo lo que tu Creador puso bajo tu autoridad.

Oración

Pido al Dios eterno que te dé la sabiduría para gobernar como lo hace Él, no con soberbia, sino amándole a Él sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo; que ejerzas la autoridad que ha sido delegada en ti sobre la creación para bendición. Que te ayude a ser lo que fuiste diseñado para ser desde el principio.