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LA REFLEXIÓN

La vida es movimiento y la vida cristiana, lo es aun más. Nuestro Dios, es un Dios con planes, siempre querrá llevarnos un paso más allá. En ocasiones nosotros nos conformamos con una vida, que está muy por debajo de lo que Dios está dispuesto a obrar en nosotros.

Pensando en este principio, es que entendemos al pueblo de Dios, al borde de entrar a la tierra que Dios les prometió, reunidos llenos de ansiedad e incógnitas. De pronto el gran líder Moisés se para frente a todos y les recuerda la promesa de una tierra propia en la cual morarían ellos y sus hijos y los hijos de sus hijos.

Es una tierra de la que fluye leche y miel, y también es una tierra con gigantes. No teman. Dios va por delante. Poquito tiempo después, Josué estará una noche ya dentro de la tierra prometida a punto de tomar la ciudad de Jericó y otra vez, la voz de Dios, vendrá para recordarle, que no está solo, Él va adelante.

Así le dijo a David. Años después a Isaías. Un poco más y se lo repitió a Jeremías. A Pedro, Jacobo y Juan, Jesús les habló de lo mismo. Igual a Pablo. Y a ti y a mí.

Siempre tendremos desafíos que enfrentar, podemos hacerlo solos o consagrarnos a Dios. El promete que irá adelante y yo jamás me sentiré solo.

LA PROMESA

Frente a la opresión que genera la tristeza, la ansiedad y la soledad; nuestro Señor, nos desafía a confiar en Él. Nunca están solos aquellos que lo buscan, sino que por el contrario, constantemente lo encuentran y en toda lucha, Cristo va adelante.

LA ORACIÓN

Señor Jesucristo, confío en Ti. Te he entregado mi vida y hoy lo hago una vez más. En este día elijo enfrentar todo desafío sabiendo que Tú vas por delante y nunca, nunca, nunca me abandonas, así que rechazo todo desánimo y declaro Tu Presencia sobre mi vida hoy.