Caer y morir como la semillaMuestra

"Morir nos da gozo"

Cuando morimos a nosotros mismos, el gozo de la salvación se aviva en nosotros. Morir nos da gozo, el gozo que recibimos por medio de Jesucristo y que nada ni nadie puede apagar jamás.

¡Somos tan favorecidos! Somos hijos de Dios. A veces, no comprendemos la magnitud de lo que estamos proclamando. ¡Somos hijos de Dios! ¡Soy hijo de Dios! Dilo: "Soy hijo de Dios". Es algo que te tiene que penetrar hasta quebrantarte para que comprendas cuál es tu naturaleza, cuál es tu ciudadanía, en quién está tu identidad, tu fuerza, tu poder y tu paz.

¿Quién podría acusarte? ¿Quién podría rebajarte de la naturaleza que has recibido en Cristo Jesús? Nadie. Es maravilloso tener la convicción de quién eres para Dios, el Eterno. Eres Su hijo. Jamás dejarás de ser Su hijo. El sacrificio de Jesús te acercó al Padre y te hizo Su hijo eterno. Nadie podrá separarte de Su amor, de Su Paternidad ni de Su gracia.

Vive y disfruta del gozo que te ha sido concedido al comprender la rendición en muerte que debe sufrir tu carne. Abraza ese sufrimiento como si fuera un galardón porque creéme, saldrás muy beneficiado; podrás disfrutar del Padre a plenitud.

No huyas a la muerte de tu carne, sométela al Espíritu de Dios. Cuando idenfiques que algo te duele, comprende: estás muriendo, te están matando para tu bien. El obrar del Espíritu está provocando a través de tu muerte la vida abundante que Jesús te prometió. Gózate en medio del dolor y de la muerte que está sufriendo tu carne, sea lo que sea, a lo que estés muriendo en estos momentos, porque serás promovido a nuevo nivel de victoria, gozo y prosperidad en Cristo Jesús.

"La semilla cae y muere, si no, no produce fruto". Ten en cuenta que mientras más quebrado seas y más mueras a ti mismo, más crecimiento tendrás en Jesús; serás menos tú y más Él, Él será tu mayor recompensa. Gózate en ser hijo de Dios, en Su vedad y en Su voluntad, es buena en gran manera para ti y para mí. ¡Bendita gracia que nos cubre!

"Padre, abrazo el dolor y la muerte que está matando mi carne; confiando en que por Tu poder, me vivificarás en el gozo de Tu salvación y en la identidad que me has dado en Tu Hijo Jesús, como garantía del poder, la gloria y la prosperidad que tendré en Él para cumplir Tu voluntad. Lo creo".