¿Dónde te escondes?

De modo que volvieron a consultar al Señor: —¿Ha venido aquí ese hombre? —Sí —respondió el Señor—, pero se ha escondido entre el equipaje” (1 Samuel 10:22 NVI).

En 1 Samuel 10, leemos el relato de cómo respondió el primer rey de Israel cuando llegó el momento de asumir su cargo. Saúl fue elegido por Dios y ungido como rey en privado, pero cuando llegó el momento de aparecer públicamente ante el pueblo, se escondió.

Al igual que Saúl, todos hemos sido culpables de escondernos entre el equipaje cuando nos llamaron para salir de nuestra zona de confort. Desafortunadamente, cuando nos escondemos detrás del equipaje del miedo, la inseguridad, la apatía o incluso el ajetreo, estorbamos las asignaciones que Dios nos ha dado. Peor que eso, esta forma de esconderse no honra a Dios sino que revela una falta de fe.

Como cristianos que hemos sido elegidos por Dios y ungidos por Su Espíritu Santo, no tenemos que escondernos porque ya estamos cubiertos. Colosenses 3:3 nos dice que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Gracias a Jesús, estamos cubiertos de perdón, amor, protección y victoria. El único escondite seguro y aceptable es Dios mismo. Él es nuestro refugio, fortaleza, torre fuerte y escudo que nos esconde a la sombra de Sus alas. "Así que podemos decir con toda confianza: «El Señor es quien me ayuda, no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?»" (Hebreos 13:6 NVI).

Con confianza en la idoneidad y la fuerza de Jesús, podemos entregarle nuestro equipaje, ¡no escondernos en él! Deja que Aquel que es lo suficientemente fuerte para llevarlo... lo lleve por ti.

ORA:
Querido Jesús, gracias por cubrirnos con Tu perdón, amor y protección. Sabiendo que Tú eres nuestro escondite, podemos confiar y obedecer audazmente todo lo que nos has llamado a hacer. No tenemos nada que temer porque te pertenecemos.

REFLEXIÓN:
“Espera grandes cosas de Dios, intenta grandes cosas para Dios” (William Carey).