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Trained to Trust

DÍA 2 DE 6

¿Por qué preocuparse?

Muchas veces en la Biblia se nos advierte que no nos preocupemos. Dado que ese es el caso, entonces la preocupación es una elección. Cuando nos preocupamos, permitimos que nuestra mente se detenga en las dificultades o problemas. La diferencia entre preocupación e inquietud es dónde pones a Dios en relación con tu problema. La preocupación saca a Dios de la ecuación. Cuando tenemos una preocupación genuina, debemos llevarla al Señor, escuchar Su guía y concentrarnos en Él. Filipenses 4:6 nos recuerda que no nos preocupemos por nada, sino oremos por todo.


En una ocasión una niña hablando con su mamá preguntó: "¿Sabes que la preocupación es fingida?" Su mamá le pidió que se explicara y ella respondió: “Si somos de Jesús no tenemos de qué preocuparnos”. Y continuó: “El diablo es ruidoso y nos grita que nos preocupemos, pero Dios está callado, así que tenemos que estar quietos y escuchar porque Él susurra”. La mejor parte de su declaración es cuando dijo: "Dios susurra". Que hermosa visual que muestra Su cercanía. Solo este hecho debería ahuyentar a nuestros pensamientos ansiosos.


Si elegimos preocuparnos, estamos ensayando una tragedia. Mark Twain lo dijo mejor cuando dijo: "He vivido algunas cosas terribles en mi vida, algunas de las cuales realmente sucedieron". Este comportamiento dañino abre la puerta para que entre la ansiedad y el estrés. Si no se controla, la preocupación robará nuestra salud y nuestra felicidad.


Proverbios 17:22 NVI dice: “El corazón alegre es un buen remedio, pero el ánimo decaído seca los huesos". La preocupación puede enfermarnos. La investigación médica estima que hasta el 90 por ciento de las enfermedades y dolencias se deben al estrés. Nunca fuimos creados para preocuparnos. Honramos a Dios cuando confiamos en Él y creemos que Él puede manejar cualquier cosa que se nos presente.


Jesús nos dice: “Por lo tanto, no se preocupen por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas” (ver Mateo 6:34 NVI). Si hay algo que podamos hacer para solucionar un problema, nuestra preocupación debe motivarnos a la acción. Si no hay nada es inútil preocuparse por cosas que están fuera de nuestro control.


Hoy, toma la decisión de confiar en Dios negándote a preocuparte.


ORA:
Querido Jesús, gracias porque puedo entregarte todas mis preocupaciones porque Tú me cuidas. Ayúdame a concentrarme en Ti y no en mis miedos.


REFLEXIÓN:
¿En qué te estás enfocando hoy? Si mantienes tu mente fija en Dios, Él reemplazará tus pensamientos ansiosos con perfecta paz.


Día 1Día 3

Acerca de este Plan

Trained to Trust

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Queremos agradecer a Jennifer McAlister por proveer este Plan. Para más información, por favor visita: https://trainedtotrust.com

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