La bendición de orarMuestra

Acércate y escucha

Aunque para muchos Dios está muy lejos, tan lejos que creen que la distancia les esconde de su mirada, para los que le amamos y hemos creído en Cristo nuestro Salvador, Él es un Dios de cerca. No solo porque es omnisciente, sino porque Jesús nos reconcilió con Él y vive en nosotros.

Sin embargo, los asuntos de esta vida, con todo lo que ello significa, tienden a separar lo celestial de lo terrenal, produciendo una sensación de lejanía que no es saludable ni beneficiosa. Escuchemos las palabras que les dijo Josué a los israelitas: “Acercaos, y escuchad las palabras de Jehová vuestro Dios”(Josué 3:9).

Ellos tenían que escuchar los pasos que debían dar para cruzar el Jordán y llegar a la tierra prometida. Era necesario que dejaran todo lo que estaban haciendo, debían acercarse y escuchar las instrucciones que Dios les daría por medio de su siervo Josué.

Es lo mismo para nosotros, tenemos que hacer espacio en nuestras agendas para acercarnos al Señor en oración y hablar con Él. Tenemos que acercarnos con humildad a su Palabra para escuchar lo que tiene que decirnos. Ambas acciones, acercarnos y escuchar, requieren voluntad. Es por eso que, la dejadez, la rutina y el conformismo son obstáculos que debemos superar para que no nos detengan en nuestro deseo de acercarnos al Señor.

Pensemos por un momento en la contemplación de Dios hacia sus hijos. Unos moviéndonos en mil direcciones, otros haciendo mil cosas, con inmensas preocupaciones, con innumerables tareas, alegres, tristes, cabizbajos, esperanzados, queriendo cosas y buscándolas. Y en esa multitud, unos pocos quietos, callados, absortos en la majestad de Su presencia.

Y, es en esos espacios íntimos con el Señor, que se va produciendo en nosotros una conciencia cada vez más clara de su continua presencia en nosotros; nos vamos sintiendo más cerca. La sensación de lejanía se va disipando para dar espacio a la certeza que experimentó el rey David cuando dijo:

“Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender” (Sal. 139:1-6).

Hagamos nuestras las palabras que le dijo Josué a su pueblo, y acerquémonos para escuchar a Dios; Él tiene mucho para decirnos y nosotros tenemos mucho por aprender.

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Agradecimiento especial al pastor Jonathan Riddering por su colaboración en la imagen de presentación.