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La bendición de orarMuestra

La bendición de orar

DÍA 2 DE 6

Nuestras expectativas

Cuando le pedimos algo a Dios es importante estar claro en cuáles son nuestras expectativas. Esto es así porque conocerlas nos ayudará en el proceso de espera y de fe. Generalmente, llevamos nuestras peticiones al trono de Dios porque se nos ha enseñado que debemos orar. Así es que, llegamos con nuestra lista y se la leemos al Señor.

Cuando las cosas que pedimos son ambiguas o demasiado generales, las dejamos allí tranquilos de que hemos hecho lo debido. Hemos orado por los que no tienen pan, porque haya paz en el mundo, porque la gente conozca a Jesús y por otras cosas que son buenos deseos y que nos hacen sentir que hemos ayudado a calmar la necesidad del mundo. Con este tipo de petición, las expectativas están centradas en que Dios sepa que nos interesamos por los demás y que en todas esas cosas tenemos certeza de que son Su voluntad.

Hay otras peticiones que son más precisas y que requieren una acción específica de parte de Dios. Un ejemplo de ello es cuando la iglesia en Jerusalén oró por Pedro para que fuese liberado de la cárcel y librado de una muerte segura. Su deseo era genuino, lo que les llevó a orar sin cesar. “La iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él”. Pero ¿cuáles eran sus expectativas? ¿Creían de verdad que Dios libraría a Pedro?

Por la respuesta que le dieron a la joven cuando les anunció que Pedro estaba tocando a la puerta, sabemos que sus expectativas no eran muy altas. “Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel! Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos” (Hch. 12:15-16).

Eso nos ocurre a todos. Hay ocasiones en las que oramos convencidos de que Dios actuará, y nos levantamos agradeciendo de antemano lo que recibiremos. Pero no siempre es así, ¿verdad amados? Le decimos al Señor nuestra petición sabiendo que requiere un milagro, una intervención divina poderosa que depende completamente de cuál sea Su voluntad.

Dios sabe que vamos a Él porque creemos que nos escucha y que puede obrar en lo que le pedimos, pero también sabe que no siempre nuestras expectativas están a la altura que debieran. Sin embargo, la respuesta de Dios no está condicionada a nuestra poca o mucha fe. Pedro tocando a la puerta y libre de las cadenas, son una clara evidencia de ello.

El solo hecho de que doblemos nuestras rodillas delante de Dios es muestra de que sabemos cuál es el lugar al que debemos acudir para presentar nuestra oración. Hablarle con nuestro corazón, a veces con lágrimas y ruego, es también muestra de que creemos en el Dios todopoderoso que se inclina para escucharnos.

Por tanto, independientemente de cuáles sean nuestras expectativas, no dejemos de acudir al trono de la gracia, y digamos como dijo nuestro Señor Jesús: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes” (Juan 11:41-42).




Día 1Día 3

Acerca de este Plan

La bendición de orar

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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://facebook.com/GrettchenStage

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