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Incendiario: 6 Días De Devocional Para ArderMuestra

Incendiario: 6 Días De Devocional Para Arder

DÍA 6 DE 6




«Era feliz y no me había dado cuenta».

Temo que pasen los años y, al mirar atrás, piense esto. Que no disfru­té el momento por estar obcecado en lograr algo que supuestamente se encontraba más adelante.

Puedes pasar años pensando que te falta «algo» concreto para ser feliz, pero créeme, cuando por fin alcances ese «algo», pensarás que la felicidad se ha escondido de ti en el siguiente objetivo, hasta que entiendas que la alegría no se encuentra en alcanzar una meta, sino en disfrutar el camino.

Permíteme convencerte con esta experiencia que viví con mi hijita Alaia, que se convirtió en una oportunidad para que Dios me recorda­se esta verdad que olvido con tanta frecuencia.

Me llevé a mi pequeña de tres años a la ciudad. Tenía que com­prar unos libros en la librería del centro urbano, pero como estacio­nar allí suele ser misión imposible, aparqué el coche en un esta­cionamiento a las afueras. De esta manera, teníamos que caminar durante veinte minutos por las calles de la ciudad, y esta, sin duda, era mejor opción que meter el coche en medio del caos.

Comenzamos nuestra ruta juntos, rumbo a la librería, y, como mi cerebro acostumbra a hacer, calculé la ruta más eficiente para lle­gar a nuestro destino. No sé si te identificas con mis reflejos men­tales, pero es así como estoy programado, para alcanzar el objetivo y hacerlo lo más rápido posible, para pasar después al siguiente. Obsesionado por alcanzar la meta, adicto al logro cumplido. Sin embargo, mi hija tenía otros planes: ella quería jugar conmigo.

—¡¿A que no me pillas papá?! —gritó mientras salía corriendo. Admito que, al principio, corrí detrás de ella por miedo a su mamá, no quería enfrentarme a la furia de Dámaris, al decirle que había perdido a su hija en la ciudad por no mover el trasero.

Pero, como siempre hace, Alaia no tardó en sacarme de mi mundo lleno de listas de tareas, rutas eficientes y objetivos que lograr, para meterme en el suyo: un mundo lleno de magia. Para mí, el camino no era más que distancia que recorrer, pero Alaia convirtió ese cami­no en un parque de atracciones, donde había adoquines que saltar, bordillos para hacer equilibrio y muros que escalar. Se subió a unas escaleras como si fuese su escenario y comenzó a bailar para mí, de esa manera peculiar que me hace tanta gracia.

—Mira cómo bailo, papá —me dijo mientras movía sus piernitas.

—Baila conmigo, papá —me propuso como si nadie nos estu­viera mirando, en esa calle llena de gente.

Y, cuando quise darme cuenta, me había olvidado de llegar a la libre­ría, porque disfrutar del camino con mi hija se había convertido en una meta más importante.

Para mi hija, llegar a la meta no era lo importante, lo importante era jugar con su papá en el camino. Y, si algo va a dejar una huella en su memoria, no serán los títulos de los libros que compré ese día, sino los recuerdos que creamos juntos mientras bailábamos. Enton­ces, tuve uno de esos momentos de claridad en mi alma, que identifi­co como la voz de Dios hablándome: Itiel, ¿Por qué tu y yo no bailamos más?

Sinceramente, esa pregunta me persiguió durante todo el día, por­que sabía que Dios también está más interesado en disfrutar del camino conmigo que en las metas que pueda alcanzar en su nom­bre. Siendo brutalmente honesto, sé que Dios está interesado en que construyamos recuerdos juntos, mientras que yo me enfoco en lograr objetivos. ¡Y no me entiendas mal! No es que no ame a Dios o no quiera relacionarme con él; es que me obsesiono demasiado por alcanzar metas que están en el futuro y pierdo los momentos especiales que Dios me regala en el presente.

Esta es la tragedia de no vivir en el presente por estar obsesiona­do con el futuro, que en realidad no vives, porque solo se puede vivir en el presente, no en el futuro. El futuro aún no existe y, si acaso exis­te, no te pertenece. Solo posees el ahora que tanto menosprecias.

¿Entiendes de lo que hablo?

Nuestra mente es capturada por el futuro y nos arrebata el presente. Y, créeme, el futuro puede ser un carcelero muy tirano. Te tortura en la mente con el látigo de la ansiedad, cuyas hebras están compues­tas por todas las expectativas no cumplidas en tu vida.

Cuando nuestra mente se intoxica con exceso de futuro, es decir, con un enfoque desmedido en aquello que está por venir o que debemos lograr, nos aísla del presente y nos roba la alegría de experimentar la presencia de Dios en el ahora.

¿Cuántas veces pones una canción en Spotify y, antes de que termine, ya has hecho clic en el botón para pasar a la otra? Como si creyeses que lo que está buscando tu alma se encuentra en la siguiente canción.

Siempre en la siguiente canción.

O en el siguiente fin de semana.

O en el siguiente novio.

O en el siguiente viaje.

O en el siguiente título.

O en el siguiente trabajo.

O, qué sé yo, en el siguiente

chute de dopamina.

Esta es la neurosis de nuestra generación: la ilusión de que encon­traremos ese algo en la siguiente canción, cuando, en realidad, ese algo se trata de bailar, mientras la música está sonando.

Pero es normal que vivamos tan obsesionados con alcanzar metas, porque nos han dicho que la vida plena se trata de tener un gran sueño y perseguirlo, viajar lejos y experimentar sensaciones inolvidables, comer eco y tener un cuerpo fit, trabajar en algo que cause un impacto en la historia... Y, aunque esas cosas son metas estimulantes, lo que parece que nos están diciendo es que siem­pre le falta «algo» más a nuestra vida, que tenemos que alcanzar «algo» que se encuentra en el futuro para estar completos. Pero lo que Dios te dice es que estás vivo ahora y que le tienes a él ahora. Dios está caminando contigo y disfrutar de este momento es el «algo» que tanto anhelas.

Su Presencia solo se encuentra en el presente, por esa razón oro así: «Dios, ayúdame a vivir totalmente en el presente y ser cons­ciente de tu Presencia conmigo ahora». Algunos místicos cristianos llamaron a esto «practicar la presencia».

La Biblia, en el capítulo 5 del libro de Génesis, expone una larga genealogía de personas que nacieron, vivieron y murieron, pero, entre todas ellas, el Espíritu Santo destaca a un hombre llamado Enoc, no por sus logros, sino porque disfrutó del camino con Dios.

Génesis 5:23-24 resume su vida con estas palabras: «Fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios».

Esta fue la irresistible virtud de Enoc, que impulsó a Dios a hacer una excepción con él, arrebatándole de este mundo al suyo sin pasar por la muerte: Enoc sabía caminar con Dios.

Siempre me imagino la escena de la siguiente manera. Un día, Enoc salió a caminar con Dios, y los dos estaban disfrutando tanto de la conversación que no se dieron cuenta de que se había hecho de noche. Tanto habían caminado que se alejaron mucho de la casa de Enoc, por lo que Dios le dijo: «Amigo mío, estamos más cerca de mi casa que de la tuya». Y Dios se lo llevó para continuar la velada en el Paraíso.

Me emociona pensar en que Dios pueda disfrutar tanto de la compañía de un hombre que se lo lleve con Él para continuar la conversación.

¡No te pierdas la oportunidad de disfrutar del camino con Dios!

Camina despacio, respira profundo y experimenta su presencia ahora.

Dios no tiene prisa por llegar a una meta, porque la meta es dis­frutar contigo del camino.

Estate totalmente presente en el presente, porque ahí, y no en el futuro, es donde se encuentra la alegría de su Presencia.

Escucha con atención, ya que la música está sonando justo

ahora y papá Dios quiere que bailes con él, como si nadie más os estuviera mirando.

No esperes a la siguiente canción, baila mientras la música está sonando.

Incluso aunque esté lloviendo en la ciudad.

Porque la vida no se trata de esperar a que pasen las tormentas, sino de aprender a bailar con Dios bajo la lluvia.

Si te gustaron estos 6 días de devocional, puedes tener los 40 días completos en el nuevo libro de Itiel Arroyo, Incendiario. Visita www.librosdeitielarroyo.com

Día 5

Acerca de este Plan

Incendiario: 6 Días De Devocional Para Arder

Basado en el libro de Itiel Arroyo Incendiario, un diario interactivo que te guía a través de una experiencia transformadora con Dios durante 40 días. Este devocional de 6 días comenzará un incendio en tu alma para acaba...

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Nos gustaría agradecer a HarperCollins/Zondervan/Thomas Nelson por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.editorialhccp.com/r/libros-de-itiel-arroyo/

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