Rey Del Cielo

Cristo es el recipiente de toda adoración, y nosotros somos los portadores de esa adoración los cuales tenemos el honor, privilegio y deber de entregarle. Los cielos le han dado potestad a Su nombre para que este sea levantado sobre toda la tierra por toda la creación.

Estamos diseñados para adorar en todo tiempo. Cuando desviamos nuestra mirada de Dios, el peligro es que al estar diseñados para adorar, si no lo adoramos a Él, adoraremos otras cosas que no son Él. Por eso, debemos tenerlo en nuestra mente en todo momento. Para cuando venga el día malo, no sea la situación la que tenga nuestra adoración, o en momentos que Dios nos haga entregas de cosas que estábamos esperando o que nos ha prometido, eso no se vuelva más importante que Él.

Cuando el hombre se alejó y pecó, Cristo fue seleccionado como la ofrenda perfecta para tomar nuestro lugar. Lo mejor que había en el cielo, fue tomado en intercambio, aunque este intercambio no se viera justo ante nuestros ojos. ¿Cómo cambiar lo mejor que existe por alguien que estaba muerto en pecado?

Pero Dios, nos estimó tanto y Su propósito era tan fuerte, que ni la muerte podía mantenernos lejos de Él por mucho tiempo. Él tomó a la única persona, que perfectamente podía vencer la muerte, para ponerlo como medida para nosotros al darnos vida en Él.

Su obediencia, aún cuando podía quitarse de lo que estaba por hacer, por amor a Dios, nos dio acceso al diseño que Dios pensó para Su creación, que estuviéramos con Él. Al Cristo haber vencido el poder que reinaba en la Tierra (la muerte), lo hace digno de ser adorado y exaltado.

Adoremos sin temor, adoremos en libertad, pues su AMOR VENCIÓ LA MUERTE y nos ha dado ACCESO LIBRE PARA ADORARLE.

Oración:

Padre, permítenos conocerte más. Que tú seas el centro de nuestras vidas. Que sigas siendo revelado en nuestros corazones y nuestras mentes, para poder entregarnos cada día en adoración, en pasión y en rendición. Tú eres lo más importante y por eso queremos rendir nuestros corazones a ti, Rey del Cielo. Te damos gracias por el sacrificio en la cruz que nos hizo aceptos en el amado, dando tu vida a cambio de la nuestra. En tu nombre, amén.