Retos y oportunidades que tenemos como iglesiaMuestra

Somos el instrumento de Cristo para manifestarse

Si vemos al Señor en nuestro corazón, entonces somos transformados en la misma imagen como por el Espíritu del Señor. Esa imagen que es formada será expresada, será manifestada. El mundo necesita que esta imagen, la del segundo hombre, se pueda expresar, se pueda manifestar. ¿Cuál es la garantía que otra imagen se está formando en nosotros? La garantía es nuestra muerte, para que podamos experimentar cada vez a Cristo, sin que nuestra vida se manifieste. Que comience a ser real en nosotros, empiece a desplazar aquella realidad en la que hemos estado sumergidos, entonces, seremos manifestados con él en gloria. Nosotros somos el vehículo, la vasija, el instrumento, él se manifiesta por medio de nosotros cada vez que empieza a ser más real en nuestro corazón. Ninguno cumple la expectativa de Dios, por eso este es el reto de Dios. 

Evidencia, marturion, viene de mártir, testigo. Cuando Pablo llegó a los corintios, no lo hizo llevando una información o llevando un mensaje. Pablo era el mensaje, no de él sino de la realidad de Cristo que se formaba en él. A todos nos encantan las manifestaciones del Espíritu y de poder en el ámbito externo, y qué maravilloso que sucedan, pero ignoramos la primera manifestación del Espíritu y poder que deben darse dentro de nosotros.

Cuando Pablo fue a ellos, les mostró la evidencia real de lo que Cristo hizo en él. Necesitamos llegar a ser la evidencia real de la obra de Cristo en cada uno de nosotros. Necesitamos que el mundo vea que hay un templo real que contiene la gloria de Dios y que ese cuerpo son personas, es un organismo vivo en donde hay otra vida muy diferente a la del mundo. Un organismo vivo en donde existe otra naturaleza muy diferente a la que en el mundo se desarrolla. Un organismo vivo en donde otra justicia muy diferente a la del mundo se evidencia. Un organismo vivo en donde otro amor muy diferente al del mundo está siendo formado en nuestros corazones. De esta manera, que nuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios. 

Todos queremos una iglesia influyente, transformadora, que penetre, que rompa límites, que rompa barreras, que se vea su influencia real en la tierra, pero no vemos esa iglesia hoy.  La razón es que la imagen del segundo hombre, Cristo, no se está formando en nosotros. Si esto no sucede, nada de lo que hagamos servirá. Quédate con el reto de Dios, seamos sus testigos.