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[Serie Nuestra historia–Un repaso bíblico para católicos] El pentateucoMuestra

[Serie Nuestra historia–Un repaso bíblico para católicos] El pentateuco

DÍA 4 DE 7

Levítico


Seguramente poco a poco, la imagen del rompecabezas va cobrando vida ante tus ojos. La pieza fundamental que une todas las piezas es justamente la pieza de Cristo. La cruz es la imagen central, el punto focal, donde todas las piezas convergen, donde nos reconciliamos con Dios como individuos y como comunidad de creyentes. 


Es a partir de la pieza fundamental, que podemos distinguir el significado de las demás piezas que convergen en la imagen de nuestra historia. La historia de amor entre Dios y la humanidad. A través de la primera pieza pudimos ver a Dios como creador, diseñador. Con solo mirar un atardecer, los colores del firmamento, la diversidad y belleza de la creación, no podemos dejar de apreciar la creatividad y majestuosidad de nuestro Dios. 


La segunda pieza nos presentó a Dios escuchando el clamor de los más necesitados, de quienes estaban padeciendo esclavitud. Este Dios de amor liberó al pueblo del sufrimiento y lo llevó camino a la tierra que les correspondía como herencia. 


A través del libro de Levítico, el tercer libro del Pentateuco (de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento), podremos ver como el tema principal del libro, nos revela otro aspecto de la personalidad de Dios –su santidad. Los levitas, una tribu de las 12, fueron separados (significado de santidad) para el servicio a Dios como sacerdotes. Sus deberes eran la enseñanza al pueblo de la ley y, oficiar como mediadores en el culto a Dios. Eran maestros, escribas (escribían las leyes), músicos, oficiales y jueces. 


Si leemos cualquier capítulo del libro al azar, sin tener en mente el contexto y el tema principal del libro, puede parecernos complicado e incomprensible. Dios está formando un pueblo y convirtiéndolo en nación; para ello era necesaria la organización. 


El trabajo comienza desde el cambio del corazón (normas o leyes espirituales) hasta el cambio de la conducta como individuos que forman parte de una sociedad (normas de organización y comportamiento entre los hermanos, y normas de culto y adoración a Dios).


Dios tenía que organizar a su pueblo y tenía que erradicar conceptos paganos de adoración que incluían el sacrificio de seres humanos y niños. El pueblo de Dios tenía que aprender el respeto a la vida, el respeto al ser humano y al prójimo. Las normas de convivencia que regían una nación donde el mandamiento era amar a Dios y al prójimo. 


Esto es lo que quiere decir la palabra santidad o santo –apartado, separado. El pueblo de Dios tenía que separarse de todo lo que fuera contrario al amor de Dios, de todo lo que implicara la falta de respeto y amor al prójimo. 


En su lugar, Dios muestra, a través de la institución de sacrificios de animales, una gran visión del sacrificio de Jesús en la cruz. Todos los detalles, explicados hasta en lo más mínimo, nos permiten entender cuán lejos estamos de Dios por nuestro pecado. Cuánto nuestro pecado nos separa y todo el esfuerzo que implicaba el cumplimiento riguroso de los rituales para acercarse a Dios. 


Sin embargo, que los detalles no te aparten del punto central, Dios es santo, y gracias al sacrificio perfecto de Jesús en la cruz, hoy, tú y yo podemos acercarnos sin miedo a la presencia de nuestro Dios. Nuestros pecados han sido perdonados y nuestro Padre celestial nos recibe con brazos abiertos. ¡Piensa en el privilegio que tenemos de ser llamados hijos de Dios!

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