Marcos: El evangelio de poderMuestra

¿CÓMO DEBEMOS LEER HOY EL EVANGELIO DE MARCOS?

A medida que leamos sus páginas, habrá ciertas preguntas que deberemos responder.

1) ¿Qué fue lo que realmente sucedió? Cuando leemos acerca de ciertos eventos en la vida de Jesús, encontramos que no podemos responder cabalmente a esta pregunta. Pero debemos procurar hacerlo, porque son eventos que realmente sucedieron. Dios, en verdad, se hizo un ser humano en Jesús, así como hubo (y hay) una ciudad llamada Jerusalén.

2) ¿Qué significaron las palabras de Jesús para aquellos que las oyeron por primera vez? Cuando leemos una parábola de Jesús, debemos hacer lo mejor de nuestra parte para descubrir qué significó para los judíos de Palestina que la escucharon por primera vez. Al hacer esto, estaremos dando el primer paso para comprender el relato.

3) ¿Por qué Marcos escogió este relato y lo registró? En otras palabras, ¿qué enseñanza quería que sus lectores aprendieran del mismo? Si formulamos esta pregunta, nos sentiremos animados a buscar el significado más profundo del relato.

4) ¿Qué significan estas palabras para nosotros hoy? Es decir, ¿qué diferencia hacen estas palabras de Jesús en nuestras vidas?

Marcos no escribió para satisfacer nuestra curiosidad acerca de la vida de Jesús. Él no pretendió escribir una biografía de Jesús, sino “el evangelio de Jesucristo”. Es decir, escribió su Evangelio para que sus lectores pudieran compartir la alegría que él mismo había encontrado en Jesús.

No podremos entender lo que Marcos escribió, a menos que esperemos que el estudio de su evangelio haga una diferencia en nuestras vidas. Así como Marcos, bajo la inspiración del Espíritu Santo, plasmó en su libro el impacto que tuvo la personalidad de Jesús en él, de igual modo debemos mirar al ministerio poderoso del Señor, para recibir de allí la inspiración y el impulso que necesitamos para el cumplimiento de nuestra tarea hoy. Dios usa medios humanos, como fue Juan Marcos, para la presentación de su evangelio de redención. Debemos ponernos a disposición de Él para que nos utilice.