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El Credo de los Apóstoles: SalvaciónMuestra

El Credo de los Apóstoles: Salvación

DÍA 1 DE 14

Definición del pecado: 1 Juan 3:4


La Biblia habla acerca del pecado en una variedad de formas. Usa palabras como infracción, rebelión, transgresión, ofensa, maldad, perder la marca, y una variedad de otras palabras para describir las cosas que son pecaminosas. Y cada una de estas palabras agrega algo a nuestro entendimiento del pecado.


Pero cuando las Escrituras hablan del pecado abstractamente - cuando ofrece su propia definición del pecado - una palabra tiende a levantarse sobre las otras: infracción. En el vocabulario bíblico, el pecado es fundamentalmente una violación a la ley de Dios.


Tal como lo escribió el apóstol Juan en 1 Juan 3:4:


Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. (1 Juan 3:4)

Observamos este énfasis del pecado como infracción en lugares como Romanos 7:9-25, y 1 de Corintios 15:56. Este concepto básico del pecado también es reflejado en la teología de muchas tradiciones cristianas diferentes.


Por citar un ejemplo, consideremos la pregunta y respuesta número 14 del Catecismo menor de Westminster. Respondiendo a la pregunta: ¿Qué es el pecado?


El catecismo responde: El pecado es la falta de conformidad con la ley de Dios o la transgresión de ella.


Notemos que esta respuesta identifica dos tipos generales de violación a la ley de Dios: falta de conformidad a la ley, y transgresión de la ley.


Por una parte, falta de conformidad de la ley es el fallo en hacer lo que ordena la Escritura. Esto muchas veces es llamado pecado de omisión debido a que omitimos o descuidamos lo que deberíamos de hacer. Por otra parte, transgresión de la ley es hacer lo que la Escritura prohíbe. Este tipo de quebrantamiento es muchas veces llamado pecado de comisión debido a que nosotros activamente cometemos el pecado al pensar, sentir o hacer algo que la Escritura prohíbe.


Ahora, cuando hablamos de la ley de Dios como el estándar que define al pecado, es importante mencionar que la ley de Dios no es arbitraria o casual. Por el contrario, la ley es la reflexión del carácter perfecto de Dios.


Consideremos la manera en que Pablo describió la ley en Romanos 7:12:


De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. (Romanos 7:12)

Como dijo Pablo, los mandamientos de Dios son santos, justos y buenos, tal como Dios es en sí mismo. Los mandamientos de Dios siempre están de acuerdo con su naturaleza.


Esto es el por qué la Escritura enseña que si amamos a Dios, guardaremos sus mandamientos. Si amamos a Dios, nosotros también amaremos aquellas cosas que reflejan a Dios, tal como lo es su ley. Observamos esto en Deuteronomio 5:10 y 6:5 y 6, Mateo 22:37-40, Juan 14:15-24, y muchos otros pasajes. Consideremos lo que Juan escribió en 1 de Juan 5:3:


Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos. 

(1 Juan 5:3)

El amor a Dios es manifestado en obediencia a su ley. Entonces, cuando quebrantamos su ley, no estamos actuando en amor a Dios. Y por lo tanto, estamos pecando.


  


Haga clic aquí para ver El Credo de los Apóstoles: Salvación, lección seis en la serie El Credo de los Apóstoles.


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