Vence el desánimoMuestra

El desánimo es sensualidad

Cuando el alma ejerce dominio sobre la vida del hombre, es sensualidad. Cuando el alma gobierna tu vida, eres una persona sensual e impide que el Espíritu gobierne tu vida. El Espíritu pone orden para que las emociones y los sentimientos, obedezcan la vida del Espíritu. Pablo dice, que Adán es alma viviente y el postrer Adán, Cristo, espíritu vivificante.

Adán era un ser gobernado por el alma. El alma es la parte del ser humano, que incluye los sentimientos, emociones, ideas, deseos, aquello que generalmente nos ha hecho decidir las cosas en la vida. Pero en el orden de Dios, cuando estamos en Cristo, somos un Espíritu vivificante, gobernados por el Espíritu. Es necesario, que no te dejes gobernar por lo que sientes, por lo que dictan las cosas del alma, sino por el Espíritu. 

Cuando camino gobernado por el alma, camino en el orden del alma, camino en el orden de Adán. Cuando camino en el orden del Espíritu, camino en el orden de Cristo. Mi vida se debe alinear, para que no me gobierne lo que siento, sino lo que Dios dice. Son dos cosas completamente diferentes. Mis sentimientos están acostumbrados a gobernarme, por eso necesito tomar acción al respecto.

Todo lo que yo decidía, lo hacía porque lo sentía. Pero ahora, debo caminar en lo que Dios dice, aunque no lo sienta. Ahora soy morada del Espíritu. Él debe gobernar ahora y no el alma. ¿Quién manda en tu casa? ¿Gobiernas tú o el vecino? Si el gobierno del vecino no es correcto en tu casa, porque tú gobiernas; así tampoco es correcto el gobierno del alma en tu vida, porque quien debe gobernar es el Espíritu que ahora te habita. 

Cuando son las emociones las que gobiernan y determinan tus acciones, no estás en el orden correcto. Fuimos gobernados por el alma, pero fuimos comprados por Cristo y vino a morar en nosotros el Espíritu Santo. Pero muchos no le dimos libertad en la casa para que la ocupara en su totalidad. El problema es que lo dejamos en la antesala, pero no dejamos que ingrese en todas las habitaciones, para que ponga orden, para que gobierne. El desánimo es sensualidad.