Nuestra Eternidad SeguraMuestra

Semana 1 - Día 5

Lectura: Juan 2:12–22

DEVOCIONAL: Juan 2:22

"Por eso, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron que había dicho esto y creyeron en la Escritura y en las palabras pronunciadas por Jesús".

Nuestra lectura de hoy nos lleva a una escena familiar de la vida de Jesús. Juan registró este evento al comienzo de su relato del Evangelio, mientras que Mateo, Marcos y Lucas incluyen la limpieza del templo en los últimos días de la vida de Jesús. Los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan tenían cada uno un enfoque diferente para volver a contar la vida de Jesús. El enfoque de Juan fue seleccionar eventos específicos en la vida de Jesús y presentarlos para probar que Jesús es el Hijo de Dios y el único camino a la vida eterna. Es una explicación estratégica de quién es Jesús. Cuando tenemos esto en cuenta, podemos discernir mejor el significado primordial del pasaje.

Cuando Jesús entró en los patios del templo durante la fiesta de la Pascua, se enojó notablemente. Tomó un látigo y comenzó a sacar las ovejas, los bueyes y a los que los vendían. Volcó las mesas de los que intercambiaban dinero e instruyó a los que vendían palomas que se fueran de inmediato. La respuesta de Jesús muestra cómo el sistema religioso judío se había vuelto corrupto.

La ley requería que un animal sin mancha fuera llevado al templo para los sacrificios, y el tipo de animal dependía del tipo de sacrificio. En lugar de traer animales desde lejos, la gente podría comprar un animal en Jerusalén para su sacrificio (Deuteronomio 14:25). También se requería que la gente pagara un impuesto del templo (Éxodo 30:13) como ofrenda al Señor. El impuesto y el pago de los animales no se podían realizar con denarios romanos, por lo que el dinero tenía que cambiarse a la moneda del templo.

El intercambio de dinero y la venta de animales ocurría en los patios del templo. El templo estaba destinado a ser un lugar de adoración, un lugar para honrar la santidad de Dios a través del sacrificio. En cambio, estas personas lo habían convertido en un mercado y un banco. Sus acciones muestran un desprecio por la santidad de Dios y el templo, y esto fue detestable para Jesús.

Los líderes judíos exigieron que Jesús probara cómo tenía la autoridad para expulsar a estas personas de los patios del templo y perturbar todo el sistema. En lugar de jugar a sus juegos, Jesús predijo Su resurrección. El versículo 22 nos muestra cómo Juan esperaba que sus lectores supieran el final de la historia: que Jesús fue crucificado y resucitó después de tres días. Leer este relato con el final en mente, ofrece una prueba más concreta de que Jesús es quien dice ser.