Nuestra Eternidad SeguraMuestra

Semana 6 - Día 5

Lectura: Juan 21

DEVOCIONAL: Juan 21:24–25

Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y que las ha escrito. Sabemos que su testimonio es verdadero. Jesús hizo también otras muchas cosas, tantas que, si se intentara ponerlas por escrito una por una, pienso que ni en el mundo entero cabrían los libros que se habrían de componer. Amén.

Puede parecer extraño que las últimas palabras del Evangelio de Juan se refieran al autor y no a Jesús. Sin embargo, las últimas palabras de Juan proporcionan una explicación al lector de por qué se puede confiar en él cuando dice que Jesús es el Hijo de Dios y el único camino a la vida eterna. A lo largo de este relato del Evangelio hay muchos contrastes entre Juan, el autor de este Evangelio, y Pedro. Si bien puede parecernos condescendiente referirse a sí mismo como "el discípulo que Jesús amaba", la intención de Juan no era elevarse por el orgullo, sino más bien para demostrar su confiabilidad como testigo del Cristo resucitado.

Durante la última cena de Jesús con sus discípulos, Juan se sentó junto a Jesús y se apoyó contra su pecho, mientras que Pedro se sentó al otro lado de la mesa (13: 23-25). Después del arresto de Jesús, Pedro permaneció en el patio mientras Juan entraba en la casa con Jesús (18: 15-16). Pedro negó a Jesús esa noche mientras Juan permaneció con él incluso hasta el momento de su muerte (18:27; 19:27). Cuando María les contó la noticia, Pedro y Juan corrieron al lugar donde fue enterrado. Juan corrió más rápido que Pedro y creyó, mientras que Pedro no entendió lo que había sucedido (20: 2-9). Y durante su último viaje de pesca, Juan fue el primero en reconocer a Jesús en la orilla (21: 7).

El contraste entre los dos discípulos no pretende ser un desaire a Pedro, porque Jesús lo restaura, no lo condena. Pedro fue el que Jesús mandó a alimentar y pastorear a sus ovejas. En el momento en que esto probablemente fue escrito, Pedro era el líder de la iglesia en Jerusalén. Si el testimonio de Pedro fue confiable, el testimonio de este discípulo, de Juan, lo fue igualmente.

Podemos creer que las palabras del evangelio de Juan son verdaderas. Es un testigo confiable de la vida y obra de Jesús. Al concluir nuestro estudio, reflexionemos sobre la confiabilidad del testimonio de Juan. ¿Crees que estos hechos son ciertos? ¿Crees que Jesús es el Hijo de Dios y el único camino a la vida eterna? ¿Has puesto tu fe en él? Si no es así, dedica un tiempo a examinar por qué no crees. Si crees en estas palabras, compártelas con los demás. Porque el testimonio de Juan no estaba destinado a ser solo para los que creen, ¡sino para que el mundo sepa que Jesús es el Hijo de Dios y que podemos tener vida en Su nombre!