LibérameMuestra

Libérame de mis compulsiones: Alcohol

El vino es uno de los regalos que Dios le da a la raza humana. Alivia el estrés y trae una sonrisa; El Salmo 104 lo dice así: “el vino que alegra el corazón del hombre” (parece que a las mujeres también les gusta). Jesús creó más de 400 litros de vino para bendecir una fiesta de bodas e incluso lo eligió como parte de su santa cena de amor y perdón.

Pero nuestra mente pecaminosa y nuestra menoscabada fuerza de voluntad son vulnerables a las tentaciones de Satanás. El uso imprudente del alcohol puede hacer que actuemos como locos o nos convirtamos en sus esclavos. Incluso los santos actúan en ocasiones como estúpidos: “Después comenzó Noé a labrar la tierra y plantó una viña. Bebió el vino, se embriagó y se desnudó en medio de su tienda” (Génesis 9:20,21).

¿Piensa que alguien se propone convertirse en alcohólico? ¿Cree que la gente desea sentir el síndrome de abstención del alcohol, la cirrosis hepática, ser arrestado por conducir estando ebrio, vómito incontrolable, y esclavitud a litro tras litro de cerveza? Por supuesto que no.

Cuando los esclavos del alcohol claman a Dios pidiendo la liberación, él la envía. Ponga atención, escuche su Palabra que le da fortaleza, perdón y guía. Escuche a los miembros de su familia y acepte su ayuda para abandonar las mentiras y el fingimiento. Escuche al consejero de AA y al grupo de apoyo. Jesús dijo: “separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Con él, todo lo podemos.