[El yo desinteresado] Dale a Dios tu «cuenta conmigo siempre»Muestra

Pero... ¿Cuándo?

En la vida, la cuestión de «cuándo» a menudo se reduce al tiempo divino. Tal como leemos en Proverbios 16:9: «El corazón del hombre planea su camino, pero el Señor dirige sus pasos». Este conmovedor versículo da forma a nuestro devocional de hoy, recordándonos que el tiempo está entretejido en el gran tapiz del plan divino de Dios.

Las Escrituras muestran al Apóstol Pablo preparándose para embarcarse en su misión en Jerusalén. Al igual que muchos viajes en nuestras propias vidas, este viaje tuvo que ser cuidadosamente cronometrado. Dependía de varios factores, entre los cuales no era el menor el plan divino de Dios. La misión de Pablo era llevar las buenas nuevas de Jesús al pueblo judío y al mismo tiempo cuidar de los gentiles que habían aceptado a Cristo como su Mesías.

Pablo sabía que tenía que andar con sabiduría y confiar en el tiempo de Dios. Se dispuso a entregar una ofrenda a Jerusalén y servir a los necesitados antes de dirigirse a Roma y España. Sus acciones hacen eco de una lección significativa: el tiempo de Dios determina nuestros pasos. Nuestras vidas no son solo nuestras, pertenecen a Dios. Someterse a su tiempo divino abre las puertas para vivir una vida con propósito de acuerdo con su plan.

Me acuerdo de una canción de adoración de los años noventa: «Cada movimiento que hago, lo hago en ti, Jesús. Cada aliento que tomo, te absorbo. Cada paso que doy, estoy contigo». ¡Qué hermoso sentimiento! Cada uno de nuestros pasos, respiraciones y movimientos debe hacerse con Jesús, guiados por su mano. Y cuando tropezamos o nos sentimos perdidos, debemos recordar la gracia y la misericordia que acompañan cada paso que damos con él.

Emulando el ejemplo de Pablo, mi iglesia local recientemente recaudó una ofrenda para las misiones mundiales, alcanzando nuestra meta de $1.9 millones. Estos fondos no se guardan dentro de la iglesia, sino que se distribuyen para cumplir la misión de Dios, sirviendo como un faro de esperanza y alivio para los necesitados. Comparto esto no para presumir, sino para enfatizar el poder de las donaciones colectivas. He visto fondos invertidos en misiones extranjeras, plantación de iglesias en los Estados Unidos y proyectos dentro de nuestro estado.

A medida que Dios guía nuestros pasos en su tiempo, debemos permanecer abiertos a cada oportunidad que Él nos presente. Podría ser una oportunidad para orar por alguien, para compartir nuestra fe o para contribuir a una iniciativa que podría cambiar vidas. Después de todo, el plan de Dios para nosotros se extiende más allá de nuestro trabajo diario, invitándonos a hacer una diferencia eterna en la vida de otra persona. Por lo tanto, aceptemos su tiempo, su «cuando sea» y demos un paso adelante en las oportunidades que él nos presenta. Podrían transformar nuestras vidas y las vidas de quienes nos rodean.