Movilízate: Aplica La Palabra A Tu VidaMuestra

“Él probó ser el sastre maestro de mi vida”

Cuando me pongo en las manos del Señor Jesucristo, él toma las tijeras y agujas de su Palabra y me rehace en una nueva creación, empoderándome para superar los desafíos de la vida. Siendo que la Palabra es Cristo, nos vestimos con las verdades y promesas contenidas en la Palabra, primero colocándola en nuestras mentes y corazones, y entonces caminando en ella.

En muchas ocasiones en mi vida fui capturada por la trampa de pensar, que si las cosas iban a cambiar, entonces me competía a mí y solamente a mí. Traté de perder peso, llevarme bien con gente difícil y aún, ser organizada en mi propia fuerza. Fui exitosa por un tiempo, pero eventualmente volvía atrás en mi vieja manera de pensar y de actuar.

Necesitaba una manera de recordar constantemente, la verdad que me había hecho libre. En mi primer año de memorizar las Escrituras, descubrí que tenía que vivir la Escritura para que fuera cimentada en mi corazón y mente. Es necesario pasar de la memorización a la práctica en la vida, y esto se da, cuando nos disponemos para que esto suceda.

El tercer dedo de nuestro agarre es el más largo y fuerte, el dedo corazón. El tercer paso en el proceso de tomar su Palabra en el corazón, es aprender a aplicar las verdades de la Escritura a las circunstancias de nuestra vida real y movilizar la Palabra a nuestra vida.

Movilizar, significa organizar los recursos para estar listos para la acción. Después de memorizar y meditar en la Palabra de Dios, tu mente está preparada para obedecer activamente sus mandatos. Pedro instruye que preparemos nuestras mentes para la acción. Santiago va un paso adelante cuando exhorta a no ser solamente oidores de la Palabra, memorizar y meditar en ella, sino que debemos hacer lo que dice.

El propósito de la obediencia a la Palabra de Dios se explica en 2 Pedro 1:5-8, movilizar la Palabra en nuestras vidas, toma lo que hemos almacenado en nuestras mentes y actuamos en ese conocimiento. Esta acción agrada a Dios y nos transforma en testigos efectivos de Cristo.

Oremos: Señor, te alabo y agradezco por todo lo que has hecho a mi favor. Porque tu palabra me empodera para una vida diferente, tomo la decisión de ser obediente a tu palabra y aplicarla a cada circunstancia de mi vida. Me deleito en tu Palabra y me deleitaré en vivirla.