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De paso, pero dejando huellaMuestra

De paso, pero dejando huella

DÍA 3 DE 6

Tú, en donde estás, con lo que tienes

A lo largo de la Biblia encontramos una larga lista de personajes ordinarios que hicieron cosas extraordinarias. Noé construyó un enorme barco y por él, el mundo tuvo una nueva oportunidad. José fue prisionero por años y luego se convirtió en el segundo al mando del país más poderoso de su época y por él su pueblo tuvo alimento en tiempos de austeridad. Moisés encaró a faraón para liberar a su pueblo, se enfrentó a él y de la mano de Dios lo logró y luego de eso guío a su pueblo por el desierto rumbo a una nueva tierra. Josué sucedió a ese mismo líder Moisés, tomó la estafeta y se convirtió en el líder que llevó a ese pueblo, a esa multitud de millones a tomar esa nueva tierra. David que fue un humilde pastor enfrentó un gigante, se convirtió en rey y dirigió a una nación y enfrentó a otras saliendo avante en aquellas batallas. ¿Seguimos?, podríamos tomar horas y horas nombrando las hazañas de tantos hombres y mujeres que aparecen a lo largo de la Biblia. Seguramente has escuchado la mayoría de esas historias y no quiero recordarte cada una de ellas ni decirte que tú también podrías dirigir millones de personas a conquistar nuevas tierras ni que podrías encararte con líderes de poderosas naciones, no, en esta ocasión no es ese el punto. No quiero hablarte de los grandes nombres de la Biblia. Quiero hablarte de ti, de esa personita que aparece en ese diminuto puntito de esa línea llamada eternidad que, así como aquellos hombres, también tiene un propósito, que probablemente no sea salir a enfrentar batallas ni dirigir a la nación. Quiero hablarte de lo que ahí donde estás, donde nuestro Dios te ha puesto quiere hacer contigo. En tu hogar, en tu trabajo, en tu iglesia, en tu camino mientras andas por la calle, mientras estás de vacaciones, mientras haces tus cosas del día a día, ahí, probablemente Dios, quiere hacer algo contigo, ahí puede estar tu propósito y ahí puedes tú servirle a nuestro Dios y cumplir el propósito que preparó para ti. Seguramente, alguna vez te has preguntado, ¿y yo que puedo hacer por mi Señor si en mi día a día trabajo en una oficina de 9 a 6 y apenas tengo oportunidad de asistir a la iglesia los domingos? O, ¿qué puedo hacer yo que soy ama de casa y todo el día estoy preparando todo para atender a mi familia y ayudarles en sus cosas diariamente? ¿Qué puedo hacer yo que sólo voy a la escuela y me la paso haciendo tareas, estudiando y de repente asisto a la reunión de jóvenes?¿Qué puedo hacer yo por mi Señor si donde vivo es un lugar despoblado, tengo pocos vecinos y ni los conozco? No sé, puedes hacerte un sinfín de preguntas acerca de cómo puedes servir a Dios si no tienes un don impresionante o no tienes el tiempo o no estás en el lugar adecuado o no tienes la edad para hacerlo o la capacidad o talento. Puedes cuestionarte muchas cosas y es normal, somos humanos, somos débiles, somos incapaces de hacer maravillas porque somos eso, humanos, somos hombres y mujeres que no pueden hacer más que lo que nuestro cuerpo y mente pueden hacer. Porque para hacer algo extraordinario, algo más allá de nuestras capacidades necesitamos a Aquel que nos ayuda a hacerlo, a quien nos dota de las capacidades, de las ideas, de los recursos y todo lo que necesitamos, porque sólo con Él y por Él podemos hacer lo que para nosotros es imposible, porque no somos nosotros, es Él a través de nosotros.

También podrías pensar, “es que no tengo el ánimo de servir ahora, prefiero esperar más adelante, cuando me sienta listo” o “no creo que eso sea para mí” o “no soy digno para servir a Dios, mi vida no ha sido buen ejemplo” o muchas ideas que te hacen pensar que no tiene caso servir a Dios. No eres el único que ha tenido esos pensamientos, más de uno los hemos tenido en algún momento de nuestra vida. El punto es que en la medida que tu vida empiece a estar más cerca de la voluntad de Dios, en la medida en que te hagas más dependiente de nuestro Señor y empieces a hacer más estrecha esa relación con Él, vas a entender más y más cosas, y una de las cosas que lograrás entender es que Dios desea que le sirvas, quiere verte en acción, y cuando lo logres entender sentirás como tus ojos se abren, sentirás ese calor en tu interior que te impulsa a querer hacer algo en pos de la obra de nuestro Dios. Dice Filipenses 2:13 “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. No es cuando tú quieras, no es cuando tú te sientas listo, es cuando el Señor lo ponga en tu corazón, sólo déjate guiar, obedece a su voz y hazlo. Pensarás: “Ok, quiero servir, pero no sé cómo, no puedo, no soy capaz”. Ahí mismo, unas hojas más delante de lo que acabamos de leer en Filipenses, en el capítulo 4, versículo 13, vemos ese versículo tan corto, pero tan enriquecedor: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Todo es posible porque no eres tú, es Cristo en ti, contigo, porque la obra que has de hacer no es tu obra, es la obra de Dios a través de ti. Porque el propósito que tenemos en esta Tierra es glorificar a Dios, no olvides eso. Y glorificarle, poniéndonos a su servicio es una de las maneras más hermosas de hacerlo, porque estamos poniendo nuestro ser, nuestro cuerpo, nuestras capacidades a su servicio, porque dejamos de ser nosotros para ser uno con Él.

Medita en esto:

“Si bebes, si comes, hacedlo para el Señor”, imagínate que cada cosa que a partir de hoy hagas, lo hagas para el Señor.

Pregúntate: ¿En mis oraciones le pido a Dios que me muestre como quiere que le sirva?

¿Siento ese impulso de servir, aunque no sepa cómo?

Día 2Día 4

Acerca de este Plan

De paso, pero dejando huella

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Nos gustaría agradecer a Daniel Osorio por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://instagram.com/esavocecita

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