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De paso, pero dejando huellaMuestra

De paso, pero dejando huella

DÍA 1 DE 6

Un suspiro en la eternidad

Santiago 4:14 nos menciona: “Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece”.

La vida en la tierra es una estela de humo, un suspiro, un segundo en medio de toda la eternidad.

Si pudiéramos trazar una línea de tiempo que tratara de explicar la eternidad, podríamos trazar una línea ininterrumpida hasta darle la vuelta al mundo. Formaríamos un círculo, sin principio ni fin, eso sería la eternidad. En esa larguísima línea, en algún punto, que digo punto, en algún milímetro, menos de un milímetro, una micra, que es mil veces más pequeño que un milímetro, y tal vez algo más pequeño que eso, sería nuestra vida. Si viviéramos 100 años, esos 100 años serían apenas un imperceptible y diminuto punto en esa larguísima línea de tiempo que es la eternidad.

Salmos 103:15-17 dice: “El hombre, como la hierba son sus días; Florece como la flor del campo, Que pasó el viento por ella, y pereció, Y su lugar no la conocerá más. Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen”.

Es importante reconocer que nuestra vida comparada con la eternidad es extremadamente breve. Esta porción nos señala que la vida del hombre es como la hierba que puede florecer por un tiempo, pero en cuanto pasa el viento, perece, muere. Y dice que la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad. Mientras nuestra vida perece después de un breve tiempo, Dios está en la eternidad. Encontramos a Dios en toda esa larguísima línea que representamos hace un momento, mientras nosotros solo somos un diminuto puntito.

Hoy quiero hablarte precisamente de esa hierba que florece, antes de que se la lleve el viento; de esa niebla que está, justo antes de desvanecerse; quiero hablarte de la, aunque breve, vida que tenemos en este mundo.

Salmos 119:19 dice: “Forastero soy yo en la tierra”, y ¿qué es un forastero? Alguien que va de paso por un lugar al que no pertenece. Entonces, somos forasteros en esta tierra, estamos de paso, no pertenecemos a este lugar. Pedro nos dice en 1 Pedro 1:17: “Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación”. Esta porción comienza diciendo “Si invocáis por Padre…”. O sea, si Dios es nuestro Padre, nosotros somos sus hijos y al ser sus hijos, dice Romanos 8:17 que, como hijos, somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. ¿Y qué es lo que heredamos? Entre muchas cosas, su reino y al pertenecer a su reino, eso nos hace ciudadanos de ese reino. Veamos que dice Filipenses 3:20: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo”. Entonces, al ser hijos de Dios, ¿a dónde pertenecemos? A su reino que está en los Cielos, ese es nuestro lugar, nuestro verdadero hogar. Terminemos de leer 1 Pedro 1:17, concluye diciendo: "conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación”, y ¿qué es una peregrinación? Un viaje de ida y vuelta, sin estadía permanente. Pedro nos enseña que nuestro hogar está en el cielo y que nuestra vida es un peregrinaje, es solo un viaje. Pero ese viaje, y aquí viene el punto importante, tiene un propósito. Dice Pedro que durante este viaje nos conduzcamos en temor a nuestro Dios, y conducirnos en temor a nuestro Dios conlleva ser obedientes, y ¿qué más que ser obedientes en lo que nos ha pedido que hagamos en nuestro pasar por la Tierra? El Señor nos está pidiendo algo y nosotros debemos hacerlo.

Entonces, efectivamente, nuestra vida es muy corta comparada con la eternidad, pero aún en ese breve suspiro de tiempo tenemos un propósito por el cual vivir. Es tan corta la vida que apenas tendremos tiempo de cumplir ese propósito y será importante aprovechar nuestra breve estadía en este mundo para cumplir la misión que nuestro Dios de manera individual nos ha dado.

Durante estos días comprenderás qué quiere Dios de ti y cómo puedes hacerlo, pero por ahora medita en esto:

¿Estoy consciente de lo que Dios quiere de mí, o aún no lo descubro, o ni siquiera lo había pensado?

¿Me gustaría servirle? ¿Estoy listo para hacerlo?

Día 2

Acerca de este Plan

De paso, pero dejando huella

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Nos gustaría agradecer a Daniel Osorio por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://instagram.com/esavocecita

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