Primeros Pasos - Preguntas Y RespuestasMuestra

¿Puedo ganar recompensas en la eternidad?

Existe una diferencia entre los regalos (gratuitos) y los premios (que se deben ganar). Por ejemplo, la salvación es un regalo; no podemos merecerlo ni ganarlo, y no hay forma de pagarle a Dios por ello. El costo fue cubierto por Dios mediante el sacrificio de Jesucristo (Efesios 2:8-9).

Sin embargo, la Biblia habla de recompensas o premios que son el resultado de la evaluación que Dios hace de la vida de los cristianos. No se trata de la salvación, ya que esta ya la tenemos. Se refiere a la recompensa que se dará en el Tribunal de Cristo (2 Corintios 5:10), que no es un juicio por los pecados (Juicio del Gran Trono Blanco), sino un juicio de la vida y obras del cristiano.

Algunas obras que merecen recompensas son:

• Mateo 6:5-6: Aquellos que oran en secreto.
• Mateo 6:3-4: Los que dan en secreto a otros.
• Mateo 5:11-12: Los que son perseguidos por causa de Jesús.
• Colosenses 3:22-24: Los que sirven de corazón como para el Señor.

Algunas de las recompensas o "coronas" que ganaremos son:

• 2 Timoteo 4:8: La corona de justicia para los que aman su venida.
• Santiago 1:12: La corona de vida para los que soportan la prueba.
• Apocalipsis 2:10: La corona de vida para los que son fieles hasta la muerte.

La vida cristiana se compara con una carrera, y al igual que un atleta se esfuerza y disciplina para ganar el premio, nosotros como cristianos nos esforzamos por alcanzar una recompensa eterna (1 Corintios 9:24-27). También se compara con el trabajo de un agricultor, donde este planta, riega y después cosecha. En 1 Corintios 3:6-8, Dios recompensará a cada uno según su labor.

En 1 Corintios 3:9-15, el cristiano se compara con un constructor. Durante nuestra vida, estamos construyendo sobre el cimiento de Cristo. Sin embargo, cada persona utiliza diferentes materiales, algunos de valor y duraderos, mientras que otros no lo son. El Tribunal de Cristo se compara con un incendio, donde una casa bien construida resistirá, mientras que la mal construida arderá. Por eso, debemos dedicarnos a vivir por las cosas eternas que permanecerán para siempre y no por las cosas de la vida o el mundo.