Logo de YouVersion
Ícono Búsqueda

Información del Plan

Corazón De SamaritanoMuestra

Corazón De Samaritano

DÍA 3 DE 4




El Corazón de la “Mujer Samaritana”.

La narración de esta historia se encuentra en el Libro de Juan cap. 4. Esta vez, a diferencia de la parábola del Buen samaritano, no fue narrada por el Señor Jesús, ya que Él fue el protagonista de la misma junto a una mujer samaritana. Esta mujer, quien era repudiada por su misma gente debido a su historial, era reconocida por ser aquella que ya había tenido 5 divorcios, y que en ese entonces vivía con alguien que no era su esposo, lo que se conoce como “unión libre”.

Nadie estaba interesado en conocer los motivos o razones del comportamiento de esta mujer, quizás fue abusada desde pequeña, quizás su primer esposo la maltrataba, pudiera haber crecido sin su padre, pudiera haber tenido una familia abusiva, o su madre sería alguien que se ganaba la vida como fuera. No podemos saberlo porque nadie se sentó con esta mujer a oír su historia ni mucho menos fue descrita en la Biblia. Lo que sí sabemos es que en ese momento esta mujer estaba pecando al vivir con alguien que no era su esposo, así que podemos asumir muchas cosas, pero definitivamente podemos afirmar que tenía una “mala reputación”. Debido su vida públicamente conocida, constantemente, era señalada y despreciada por todos los que se creían “honestos”, ya que a la vista de todos era una “mujer cualquiera”, y de mala influencia al vecindario.

Ante este panorama, quiero que me permitan contarles esta historia narrada desde el interior de esta mujer, aplicando mi propio punto de vista y parte de mi sentir mientras estudiaba este pasaje.

“Finalmente es medio día, muero de sed, quedé sin agua desde temprano y tuve que esperar hasta esta hora para iniciar mi extenso camino al pozo por agua, a esta hora no debe haber nadie, ya las otras mujeres que van al pozo temprano habrán regresado, no quisiera volver a encontrarme con ellas, la última vez me gritaban y me maldecían, incluso dos de ellas me golpearon porque según, había mirado de forma extraña a sus maridos. Desde hace un tiempo casi no salgo a las calles, solo lo necesario para evitar las burlas o los comentarios, camino con la mirada abajo, y cuando voy a comprar el vendedor siempre me dice algo ofensivo insinuándome cosas. Frecuentemente me deprimo y me pregunto ese Dios que tanto hablan ¿Dónde estará?, sí, he ido al monte a adorar algunas veces, pero ¿acaso no ha visto todo lo que he pasado? Deseé refugiarme en 4 personas diferentes que me prometieron amor y uno resultó peor que el otro, tengo tanta carencia de un amor real, aunque ya no creo en eso llamado “amor” y menos en el matrimonio; me tocó por necesidad vivir ahora con este hombre para ver si finalmente encuentro lo que tanto anhelo, un verdadero hogar, quien sabe y de pronto me llega de suerte, pero nada va bien".

"¿No sé cuándo me perdí tanto?, pero ahora solo vivo pensando ¿acaso esto terminará algún día?, ¿el llamado Mesías podrá librarme de esto Han pasado muchos años y no recuerdo buenos momentos desde entonces, ¿será que mis ojos verán al tan esperado Salvador?, ¿podrá acabar con mi sufrimiento trayéndonos una mejor vida? Bueno, aquí llevo mi cántaro, iré rápido para no encontrarme a nadie en el camino".

"Hoy se me ha hecho más largo el camino, el sol está muy intenso y con tanta sed que tengo… Finalmente veo el pozo, pero… hay como una figura, como si alguien estuviera allí, ¿será que no podré sacar el agua en paz?, ¡¡oh!! es un hombre para empeorar mi situación, si me ven dirán que estoy buscando uno nuevo. Pero ya estoy llegando y necesito agua…. Al fin, llegué, si es un hombre, pero es judío, al menos no me conoce, no me burlará de mí, ni siquiera me hablará, ya que nos odian y sería inapropiado para este hombre hablarme, que alivio”.

De repente se interrumpe el silencio y este hombre le dice a la mujer “dame de beber”, esta, con su rostro áspero, predispuesta por la nacionalidad de aquel judío, se siente extraña porque aquel hombre le pedía agua.

“Tomé el cántaro que llenaba, pensado que como era posible que me hablara a mí, una mujer, y samaritana, llené un vaso con agua, se lo entregué y le dije ¿Cómo tu siendo judío me pides a mí de beber? , este hombre era diferente, su rostro, su mirada, había algo diferente, al mirarme sentí mucha ternura y me responde que si yo supiera quien era Él y que regalo tenía de parte de Dios para mí, yo le pediría de beber, no pude comprender lo que me decía, pero había observado que no tenía nada para sacar agua. Entonces le pregunté: ¿Cómo me darás de beber si no tienes nada para sacar el agua de este pozo tan profundo, aparte me estas pidiendo a mí recuerdas? A lo que me respondió que Él tenía un agua viva, que si bebiera de ella, jamás tendría sed, pensé que habría descubierto un manantial de agua y que solo Él conocía, aunque no comprendía mucho, pues estábamos en el único pozo que nos daba agua a todos desde los tiempos de Jacob, quería de esa agua para no regresar más a aquel pozo, sin saber que el agua que me ofrecía cambiaria mi vida para siempre, y le dije entonces Señor dame de esa agua, de pronto me dice está bien pero ve por tu marido, y le contesté inmediatamente, no estoy casada Señor, y comenzó a decirme mi vida entera, que había tenido 5 esposos, de hecho, me dijo sus nombres y lo que me habían hecho, también lo que yo había hecho, incluso lo que hacía, mis errores, mis fracasos, mi dolor, mis malas decisiones, y como estaba viviendo en pecado, allí me estremecí, porque dije, estoy frente a un profeta de Dios".

“Para ese momento, dejé de pensar en aquella agua y aproveché este encuentro para que me aclarara algo que nos ha separado durante años a nuestros dos pueblos, le pregunté quien tenía la razón si los judíos al adorar en el templo de Jerusalén o los samaritanos en el monte Gerizim, lugar donde Abraham había levantado un altar a Dios para adorarle”.

En esta conversación, el Señor Jesús hizo evidente una declaración trascendental, para que hoy entendamos a través de esta mujer que la adoración a Dios no es un templo, ni un lugar, ni un ritual, ni para una nacionalidad o religión especifica, se trata de un CORAZÓN que adore al Padre solo en espíritu y en verdad, pero no es el tema de este devocional el día de hoy.

Esta mujer al avanzar en esta conversación es a la única que el Señor Jesús le dijo mirándola a los ojos: “YO SOY EL MESÍAS” el que habla contigo, en ese entonces, todo se detuvo, el corazón comenzó a latir fuerte, dentro de su cuerpo y mente, las palabras “YO SOY” retumbaron en su ser, allí, dejó caer su cántaro, y comenzó a entender que Dios siempre había estado con ella, en tantas preguntas, en tantas desgracias, en tanto pecado, en tantos errores, en sus fracasos, en su dolor, en sus dudas, en su soledad, en su vergüenza, en sus lágrimas, en sus señalamientos, en el desprecio, en sus sueños, en sus esperanzas, en el silencio, El sabia todo de ella, así como lo sabe todo de ti y de mí, ese corto tiempo transformó el rostro áspero de esta samaritana en un rostro lleno de gozo, lágrimas de alegría, una risa inexplicable y un gran suspiro, dejaron ver la silueta de esta mujer corriendo a buscar a todos los del pueblo diciendo “me encontré con el Mesías vengan a conocerlo”, sirviendo de vínculo entre dos pueblos que no se toleraban.

Yo me preguntaba si esta mujer siendo tan pecadora, y que aún vivía en pecado, teniendo creencias distintas a los judíos, adorando lo que no conocía, ¿cómo era posible que Jesús arreglara ese encuentro? Y aún más, esperarla a ella sentándose en el pozo a la hora menos pensada, por si fuera poco, es el Señor quien le comienza a hablar, luego a enseñar, para así sanar y restaurar. ¿Porqué una samaritana? Y es que Dios había planificado a través de su Hijo romper por medio de esta mujer, con ese odio y separación entre ambos pueblos hermanos, enseñándoles que la salvación también estaba dispuesta para ellos, sin importar su sexo o su nacionalidad. El reino de Dios se había acercado a Samaria también, y había seleccionando como instrumento el corazón de una mujer común, con errores y virtudes, con luchas, dudas y temores, una mujer que no tenía nada que perder, con una sed que ningún pozo podía saciar, una mujer que abrió su corazón a Jesús a quien no conocía, a quien no rechazó por ser judío, una mujer con un corazón dispuesto a compartir lo que recibió ese mismo día, un corazón que perdonó a quienes le ofendían y les predicó de alguien extraordinario, una mujer que dejó todo por traer a todos a la salvación que ella recibió, un corazón que se dejó transformar, un corazón lleno de gratitud, un corazón que no buscó lo suyo, un corazón dispuesto a servir a Jesús, un corazón de una mujer samaritana.

Muchas veces nosotros somos en parte como esta samaritana, fallamos, pecamos, nos alejamos de Dios, perdemos la alegría, se nos acaba la fe. Muchos nos hieren, otros nos abandonan y pensamos que ya no tenemos más valor, lloramos en soledad, sufrimos desprecios, quizás nuestros errores nos alcanzaron y pensamos que llegó el fin, sentimos que el resultado de lo que hemos hecho ha sido tan grave que Dios no puede perdonarnos, quizás hoy sintamos como esta mujer que viviría de nuevo el mismo ciclo de ir a buscar agua al pozo, sin ningún tipo de esperanza que su vida cambiaría alguna vez.

Hoy quiero decirte que el mismo Jesús que propició ese encuentro con la samaritana, aquel que dejó 99 para buscarla solo a ella, también ha salido a buscarte a ti, para restaurarte y restituir lo que has perdido.

Día 2Día 4

Acerca de este Plan

Corazón De Samaritano

Cada vez que comienza un ciclo nuevo en nuestras vidas, cada vez que tenemos una nueva oportunidad de hacer las cosas bien, nos preguntamos: ¿Cómo debo hacerlo esta vez? Enfrentamos dudas de cómo ser buenos hijos de un P...

More

Nos gustaría agradecer a Jann Luis Quintero por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelacruz.com/

YouVersion utiliza cookies para personalizar su experiencia. Al usar nuestro sitio web, acepta nuestro uso de cookies como se describe en nuestra Política de privacidad