Conoce el amor así: 21 días para descubrir el corazón de Dios para tiMuestra

Sencilla y honestamente tú mismo

Lorena Valle

«Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado— cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre busca personas que lo adoren de esa manera. Pues Dios es Espíritu, por eso todos los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad». –Juan 4:23–24 (NTV)

Tenía alrededor de ocho años y estaba en la fila con otras 200 personas para recibir mi primera comunión. Estaba muy emocionada de usar un vestido blanco, caminar hasta el frente de la iglesia y recibir la Santa Cena. Significaba que ahora podía tomar la comunión cada vez que íbamos a la iglesia y sentía que lo había logrado. Como niña católica, ¡este era un rito de iniciación! Había solo un problema. Por alguna razón, me había perdido las clases requeridas para recibir la primera comunión. A medida que nos acercábamos al frente de la fila, me di cuenta de que cada persona tenía que responder una pregunta antes de recibir la comunión, ¡y yo no tenía idea de cuál era la pregunta o la respuesta! Traté de escuchar a mi mejor amiga que estaba frente a mí en la fila, pero desafortunadamente, todo lo que escuché fue "psssstttss". Cuando llegó mi turno, avancé y repetí el mismo sonido, y todos se rieron de mí.

Nueve años después, recuerdo estar en una sala de estar y escuchar la historia de Jesús que me explicaban en una canción. Fue entonces cuando se hizo real para mí. Pensé en todas las iglesias a las que había entrado y salido durante toda mi vida que tenían crucifijos en exhibición, y lloré porque finalmente me daba cuenta de la razón por la que Jesús estaba en la cruz.

Pasó rápidamente un año. Tenía casi 18 años y asistía a una conferencia para jóvenes. Este momento todavía está tan vivo en mi mente, como si fuera ayer. Me rodeó el sonido de cientos de jóvenes cantando (lo que ahora conozco como adoración). La sala se llenó y la presencia de Dios era tangible. Había sido cristiana durante menos de un año y mi vida no parecía perfecta: estaba en un hogar abusivo, buscando significado a mi vida y llena de inseguridades. Había tocado fondo emocional. Nadie a mi alrededor podría decirlo. Todo por fuera parecía normal, pero por dentro estaba vacío. Cientos de personas me rodeaban, pero me sentía completamente sola. En medio de mi soledad, me encontré con Dios. No tenía nada más que perder, nadie a quien impresionar. No había nadie que me ayudara a darle sentido a mi vida, así que comencé a conversar honestamente con Jesús. Lo cambió todo.

En los últimos años, el Señor me ha recordado con frecuencia ese momento. ¿Tienes un recuerdo similar? ¿Cuándo tocaste fondo y Jesús te encontró dónde estabas? Si has tenido un momento así, deja que el Señor te lo traiga a memoria ahora. Deja que Él te recuerde por qué murió por ti, para que puedas ser honesto y abierto con Él, ¡y Él pueda ser tu Salvador, todos los días y en cada circunstancia!

Juan 4 cuenta la historia de una mujer samaritana que se encuentra con Jesús en un pozo y tiene una conversación honesta y abierta con Él. Él la ayuda a darse cuenta de lo que Dios desea de nosotros: que seamos sencilla y honestamente nosotros mismos cuando nos acercamos a Él. Esta mujer tenía una educación religiosa, pero carecía de una relación honesta. Y esa conversación transformó su vida. Me identifico mucho con la historia de esta mujer porque, al igual que ella, encontré a Dios por primera vez a través de rituales religiosos. Pero afortunadamente la mano de Dios me estaba guiando incluso antes de que realmente lo conociera. Recuerdo que una vez nuestro pastor explicó que «la religión es el intento del hombre de llegar a Dios; el cristianismo es el intento de Dios de llegar al hombre». ¡Dios envió a Jesús a la tierra para que pudiéramos tener una relación real y sin filtros con Él!

Mateo 11:28 (NTV) dice: «Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso». Jesús nos llama a acercarnos a Él y en su presencia, podemos ser verdaderamente nosotros mismos. Te animo a que hoy tengas una conversación con Él, como lo hizo la mujer junto al pozo. No es necesario utilizar palabras complicadas ni conceptos complicados. Simplemente sé tú mismo de forma sencilla y honesta.

Oración

Jesús, quiero conocerte mejor. Hoy, dejo a un lado cualquier idea preconcebida sobre la oración y traigo a ti mi verdadero yo. Ruego que hoy mis oraciones se conviertan en una conversación sencilla y honesta contigo. En tu nombre, Jesús, amén.

Para reflexión adicional

• Recuerda hoy la promesa de Dios de que, a medida que te apartes con Él, Él cambiará tus cargas por descanso.
• Habla con Jesús sobre cualquier cosa con la que estés luchando hoy. Recuerda ser tú mismo sencilla y honestamente. Y si te resulta difícil hablar honestamente en voz alta sobre tus luchas, considera escribirlas. Llevar un diario es una excelente manera de expresarle tu corazón a Dios.

Espíritu Santo, ¿qué me dices hoy?