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Vivir con generosidad

Un dicho muy conocido en inglés dice «My house is your house», significa «Mi casa es tu casa». Esta simple frase dice mucho. Un corazón generoso abre sus puertas, invita a otros a compartir la calidez, la alegría y la abundancia. Un corazón generoso no conoce límites, ofrece apoyo, aliento e incluso posesiones materiales para el beneficio de los demás. En este devocional, exploraremos la importancia de cultivar un corazón generoso y los desafíos que conlleva.

Hay algo excepcional en un corazón que da sin reservas, sin esperar nada a cambio. Tales corazones se pueden encontrar en toda nuestra iglesia, y su generosidad es un testimonio del poder transformador de dar.

Es importante dar con las intenciones correctas, no buscar elogios públicos o ganancias personales. Cuando damos, debemos hacerlo con la mayor generosidad, con todo nuestro corazón en ello. Sin embargo, no debemos caer en la trampa de pensar que solo podemos ser generosos una vez que hemos acumulado riqueza. El don de dar no se trata de cuánto dinero tienes, sino del corazón que hay detrás. ¿Recuerdas la historia de la viuda y sus dos monedas? Probablemente era una mujer con el don de dar y su generosidad se convirtió en un ejemplo eterno de lo que es la verdadera generosidad.

Liderar o presidir, es otro aspecto importante de vivir una vida generosa. Debemos predicar con el ejemplo, con carácter y visión, seamos diligentes en nuestros esfuerzos. Los altibajos del liderazgo son estimulantes, pero los bajos pueden ser aplastantes. En los momentos bajos, debemos perseverar y aprender las valiosas lecciones que nos convertirán en mejores líderes.

Por último, debemos practicar la demostración de misericordia con alegría. La misericordia es la capacidad de empatizar con los demás y mostrar compasión, incluso cuando están sufriendo. Aquellos con el don de misericordia son vitales para el bienestar de nuestra comunidad. Sin embargo, aquellos con este don deben evitar internalizar el dolor de los demás, incluso cuando expresan empatía.

¿Cómo podemos practicar la generosidad a diario, incluso si no nos consideramos ricos? ¿Cómo podemos predicar con el ejemplo y mantener la diligencia en nuestros roles de liderazgo? ¿Cómo podemos mostrar misericordia al evitar internalizar el dolor de los demás?

Al reflexionar sobre estas preguntas, recordemos que el verdadero poder de nuestros dones se encuentra en el corazón detrás de ellos. Abraza tu don, ya sea generosidad, liderazgo o misericordia, y deja que transforme tu vida y la vida de quienes te rodean.