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¿Qué nos depara el futuro?

¿Alguna vez te has preguntado qué significa tener el don de profecía? Predecir el futuro o decir la verdad con valentía y claridad puede ser fascinante e intimidante. Pero a medida que nos sumergimos en Romanos 12:6-8, vemos que hay más en este regalo de lo que se ve a simple vista. La profecía no se trata solo de predecir eventos futuros, se trata de proclamar la verdad de la Palabra de Dios con una fe profunda en su plan para nuestras vidas.

El don de profecía debe usarse para edificar el cuerpo de Cristo y servir a los demás con amor y humildad. Es un don que tiene una salvedad: debemos usarlo proporcionalmente a nuestra fe. Debemos tener cuidado de no sobrepasar nuestros límites, haciendo predicciones que no están alineadas con la voluntad de Dios. En cambio, debemos vincular nuestras proclamaciones a nuestra fe, lo que significa permanecer arraigados en la Palabra de Dios y buscar su guía en cada paso del camino.

Al proclamar la verdad de la Palabra de Dios, debemos tener cuidado de no dejar que nuestras propias opiniones nublen el mensaje. Nuestras proclamaciones deben estar ligadas a nuestra fe, no a nuestros prejuicios personales. Esto es especialmente importante para aquellos con el don de profecía, ya que sus proclamaciones a veces pueden parecer condescendientes o hirientes para las personas más cercanas a ellos.

Debemos usar nuestros dones para edificar el cuerpo de Cristo, no para destruirlo. Esto significa ser conscientes de cómo nuestras palabras y acciones afectan a quienes nos rodean, esforzándonos por usar nuestros dones para servirlos y edificarlos. A medida que avanzamos en nuestro día, debemos reflexionar sobre nuestros dones y la manera en que los usamos para servir a Dios y a los demás.

En última instancia, debemos hablar con amor y gentileza, incluso cuando el mensaje o la profecía sean difíciles de escuchar para los demás. La humildad y la gracia nos permiten reflejar verdaderamente el corazón de Cristo a un mundo quebrantado y herido. Recordemos usar nuestros dones para el bien y para edificar el cuerpo de Cristo, busquemos siempre servir y edificar a los que nos rodean.