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Un cuerpo, muchas partes

En Romanos 12:3-8, descubrimos un poderoso mensaje sobre el cuerpo de Cristo y los dones únicos que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros. Imagina un coche que funciona perfectamente, con todas sus partes que trabajan armoniosamente para llevarte a donde necesitas ir. Al igual que un automóvil, el cuerpo de Cristo necesita que cada miembro funcione correctamente, esto sucede cuando utilizas los dones que Dios te ha dado para servir a los demás y extender el Evangelio. Al ver este pasaje, espero que puedas descubrir cómo usar tus dones para ser un miembro eficaz del cuerpo de Cristo. Veremos siete dones en particular.

Un automóvil puede experimentar problemas si una parte no funciona correctamente. Incluso la pieza más pequeña puede tener un gran impacto en el funcionamiento general del automóvil. De la misma manera, estamos llamados a ser participantes activos en la obra del evangelio usando nuestros dones para servir y ministrar a los demás. Cuando no usamos nuestros dones o trabajamos juntos de manera efectiva, obstaculizamos la propagación del evangelio y la obra del cuerpo de Cristo. Pero cuando nos unimos, y cada uno de nosotros usa sus dones para servir y ministrar a los demás, podemos lograr grandes cosas para el Reino de Dios. El cuerpo de Cristo necesita que usemos nuestros dones a su máximo potencial.

Considera los dones que Dios te ha dado. ¿Eres un fiel mayordomo de los dones que Dios te ha confiado? ¿Los estás usando para servir a los demás y propagar el evangelio, o te estás conteniendo por temor o egoísmo? ¿Trabajas en unidad con otros en el cuerpo de Cristo, o causas desunión y obstaculizas la obra del evangelio? ¿Valoras los dones y perspectivas de otros creyentes con quienes sirves, o los descartas como insignificantes o inferiores?

Estas son preguntas difíciles de afrontar, pero son esenciales si queremos ser miembros eficaces del cuerpo de Cristo. Por lo tanto, no evitemos la autorreflexión y autoevaluación. En lugar de eso, busquemos humildemente al Señor y pidámosle que nos muestre cómo usar nuestros dones para servir a los demás y propagar su reino. Busquemos también edificar y animar a nuestros hermanos creyentes, valoremos sus contribuciones únicas al cuerpo de Cristo y trabajemos juntos en unidad para lograr los propósitos de Dios.