21 Días De Ayuno - Pobres en Espíritu – Necesitados De JesúsMuestra

JESÚS, NECESITO TU BENDICIÓN

Veamos un poco de contexto. Jacob desde los inicios estuvo en aprietos, desde su nacimiento salió tomado del pie de su hermano, hasta apropiarse de la primogenitura que le pertenecía a su hermano Esaú.

En Génesis 32, vemos que Esaú está al asecho con 400 hombres contra su hermano. Jacob, al ver el gran riesgo al que se enfrentaba y con la intención de calmar la ira de Esaú, decide enviarle regalos generosos. Sin embargo, esto no fue suficiente, entonces, Jacob hizo algo que cualquiera de nosotros haría en una situación complicada, se dispuso a orar; y estando solo en la oscuridad, apareció un hombre, con el cual luchó toda la noche. Al ver que no podía ganarle, Jacob tomó al hombre y se negó a soltarlo, aguanto con todas sus fuerzas hasta quedar rendido, pero, aun así, aprovecho ese momento para pedirle que lo bendijera. Esa pequeña oración le cambio la vida a Jacob, paso de ser un engañador a ser llamado Israel, que significa el que luchó contra Dios y con los hombres, y venció.

La bendición de Dios no siempre descansa sobre el tranquilo o relajado. Aunque hemos de ser amables y misericordiosos, él quiere que su pueblo gane las batallas, saboree las aventuras y disfrute de todo lo que él tiene para ellos.

Un hombre lo describe de esta manera: "La oración no es un sedán maravilloso para dar un paseo contemplando el paisaje de la ciudad. La oración es un camión que va directamente al almacén, descarga, carga y regresa con satisfacción de cumplir su propósito”. Demasiadas personas traquetean sus camiones por toda la ciudad, ¡y nunca van al almacén! No persiguen algo cuando oran; no piden y, por tanto, no reciben”. “La oración no es un sedán maravilloso para dar un paseo contemplando el paisaje de la ciudad. La oración es un camión que va directamente al almacén, descarga, carga y regresa con satisfacción de cumplir su propósito”. Demasiadas personas traquetean sus camiones por toda la ciudad, ¡y nunca van al almacén! No persiguen algo cuando oran; no piden y, por tanto, no reciben”.

La bendición de Jesús sobre nuestra vida es lo suficientemente grande como para alcanzar a otros. Jacob pidió al Señor que le bendijera, y eso no solo alcanzó su vida, sino también a su familia, y gracias a Jesús todos nosotros también somos bendecidos. Recibir su bendición nos convierte en personas que bendicen a otros, ser receptores de su gracia nos convierte en generosos. Así que, si realmente necesitas y deseas que tu petición, además de bendecirte a ti, también sea para bendecir a otros, no seas tímido, atrévete a ver lo que Jesús tiene preparado para ti. ¿Estás dispuesto a aferrarte y pedirle su bendición, sabiendo que puedes ser un canal de bendición para los demás?

Oración:

Amado Jesús, hoy vengo delante de ti agradecido por todas las bendiciones que me has dado y te ruego que me permitas ser un canal de bendición para las personas con quienes comparto cada día. En el nombre de Jesús, amén.