Perdidas en Lo InciertoMuestra

Volver a encontrarnos

Luego de tantos cambios, transiciones, tomar decisiones difíciles y, simplemente, encontrarnos perdidas en medio de lo incierto, se hace muy difícil saber quién realmente somos. A veces, ni siquiera podemos expresar o describir lo que sentimos por dentro, no tenemos palabras suficientes. En lo personal, constantemente, llego a este punto y me imagino que estoy en medio de una guerra en donde lo único que veo a mi alrededor es un panorama totalmente gris y oscuro, en donde el sol ya no se ve igual, la noche es cada vez más oscura y al final de todo me encuentro sola y sin rumbo. Se siente feo porque allí escucho voces, muchas voces, algunas de ellas me recuerdan el valor intrínseco que llevo dentro y cuánto me ama Dios, mientras que otras tratan de ahogarme en un mar de dudas, miedos y mentiras, recordándome los errores del ayer. En medio de tantas voces, debo elegir una y aferrarme a ella. Pero, muchas veces, elijo mal y, en vez de encontrarme, me pierdo en un valle de huesos secos, lágrimas, dolor, mentiras y confusión.

Es normal perdernos, nos pasa a todas. Solo que no sabemos que en el “perdernos” hay un propósito aun más grande del que podamos imaginar. Es una puerta abierta que nos invita a volver a soñar e imaginar como lo hacíamos de pequeñas; una puerta abierta en la cual Dios quiere ser parte, pero no como alguien lejano, tirano o un dictador, sino todo lo contrario, como un padre tierno y amoroso en el cual encontramos afirmación, valor y propósito. En el “perdernos” tenemos un sinfín de posibilidades, pero no las vemos porque no escuchamos la voz correcta, la voz del Espíritu Santo, y nos quedamos con lo conocido o, lo que es peor, con las mentiras del enemigo, viviendo así una vida prestada, sin plenitud y llena de inseguridades.

La vida es un ciclo: nos sentimos plenas y a gusto, tenemos un pequeño desliz que nos lleva cuesta abajo, nos encontramos en medio de la incertidumbre sin saber para dónde ir, luego en Dios vemos un rayito de luz como también un haz de esperanza. Pero en medio de todo tenemos que volver a encontramos, saber quiénes somos y cuál es el propósito de la temporada en la que hoy estamos. En síntesis, volver a empezar el ciclo.

Nuestro anhelo más grande como mujeres es saber quiénes somos, sentirlo y vivirlo. Tenemos sed por sentirnos plenas, amadas y seguras. Queremos avanzar hacia la madurez, pero para ello tenemos que saber quiénes somos y para qué estamos aquí, porque: si yo sé quién soy, sé a dónde ir. Podemos pretender encontrarnos solas y sin Dios, pero nos mentimos a nosotras mismas. No hay persona, lugar o cosa que pueda afirmarnos, llenarnos y darnos valor como lo hace Dios. Debemos descubrir nuestra identidad desde los ojos de Dios, en quien encontramos sanidad, restauración, amor y afirmación, además de despojarnos de las mentiras del enemigo y de las fortalezas negativas a las que nos aferramos durante años.

Solo en Dios y en Su Palabra es en donde encontramos verdaderamente nuestro valor, como también propósito. Solo en Él es donde nos volvemos a encontrar, sentirnos plenas, podemos ser nosotras mismas, explorar nuestra esencia y vivir para aquello que anhelamos y soñamos alguna vez, sin más temor, porque Sus promesas son como un ancla en nuestro corazón que nos permite volar más allá de nuestras propias expectativas. Fuimos creadas para ser amadas, pero únicamente en Dios podemos llenar nuestro tanque y volver a encontrarnos.

Reflexiona

- ¿Mi identidad se basa en quién Dios dice que soy, en lo que el enemigo dice acerca de mí o lo que otras personas dicen?

- En oración, pídele al Espíritu Santo que sea Él quién afirme tu identidad y que puedas sentir esa plenitud que solo Él puede darte. Además, pídele discernimiento a fin de que puedas ver a qué mentiras te has aferrado y cambiarlas por las verdades de Dios.

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