Como ÁguilaMuestra

"Como águila"

Si hacemos un paralelo entre el águila y nosotros, podríamos notar que hay muchas cosas que como hijos de Dios podemos aprender de ella.

En primer lugar, sabemos que para vivir, no más años, sino por la eternidad, debemos empezar en primer lugar por el convencimiento que ejerce el Espíritu Santo, para que humillados y rendidos ante Jesucristo podamos ser partícipes del plan de salvación que Dios ha trazado para nosotros desde antes de la fundación del mundo. Es entonces, cuando por ese convencimiento llegamos al arrepentimiento y por el arrepentimiento a la determinación de someternos a la voluntad de Dios que nos lleva en Su poder al nuevo nacimiento, a través del cual somos totalmente renovados para ser como Jesús.

Es entonces, a través del nuevo nacimiento que proviene del Espíritu, cuando empezamos a sufrir la muerte que necesita nuestra vieja naturaleza pecaminosa; una renovación que trae consigo sanidad, libertad, restauración y vida eterna.

Como el águila nuestros sentidos empiezan a avivarse, nuestra mente y nuestro corazón a renovarse, a fin de quedar alineados a los diseños que Dios dispuso para nosotros desde el principio. Día a día, recibimos convencimiento de justicia, para que todo de nosotros sea usado como instrumento de honra para el Reino de los cielos, Reino en el que fuimos establecidos por Jesús. Fuimos sacados de las tinieblas para vivir en justicia pese a seguir permaneciendo en este mundo. Para ello, nos ha sido dada una nueva naturaleza revestida del poder de Dios. Para que, al igual que el águila, nos movamos también a través de hazañas que solamente en la fuerza de Su Espíritu podemos hacer.