Amor y justicia de DiosMuestra

Gracia disponible

Y así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio.


Los Moken, a menudo llamados «gitanos del mar», son una tribu de 181 pescadores que pasan la mayor parte del año en sus barcos pescando en el mar de Andamán, desde la India hasta Indonesia y de regreso a Tailandia. Sin embargo, pasan sus diciembres viviendo en refugios en las playas de Tailandia. En diciembre de 2004, en las horas previas a las que el infame tsunami se estrellara en tierra, los Moken estaban viviendo en esas playas. Estaban en peligro y probablemente todos habrían perecido si no hubieran escuchado a sus mayores. En un artículo de 2004, «Cómo los gitanos del mar sobrevivieron al tsunami», Roger Thomas explicó cómo durante generaciones, los ancianos de la tribu habían transmitido una pieza de sabiduría. Según el jefe de la aldea de sesenta y cinco años de edad, Sarmao Kathalay, esa sabiduría era esta: «Los ancianos nos dijeron que, si el agua retrocede rápidamente, reaparecerá en la misma cantidad en la que desapareció».


Y eso es exactamente lo que sucedió. El mar drenó rápidamente de la playa, dejando peces varados en la orilla. Qué fácil hubiera sido para aquellos que viven cerca del mar correr y llenar cada canasta disponible con pescado. Algunas personas hicieron precisamente eso, en otras áreas del sur de Tailandia, pero no los Moken.


Cuando el agua retrocedió de la playa, el jefe tribal ordenó a cada uno de los 181 miembros de la tribu que corrieran a un templo en las montañas de la isla Surin del Sur. Cuando las aguas se estrellaron en tierra, los 181 gitanos del mar estaban a salvo en terrenos altos.


Los Moken habían sido advertidos y ellos hicieron caso a la advertencia para su gran beneficio.


Dios también nos ha advertido de un tsunami que se avecina: un tsunami de juicio. En pasajes como Hebreos 9:27, existe la clara advertencia de que al juicio le sigue la muerte. No hay evidencia bíblica de otra oportunidad después de la muerte para confiar en Cristo como Salvador.


Hemos sido advertidos del juicio venidero. Pero ahora hay gracia disponible, que se encuentra en Jesús, libre para quien la quiera recibir.