Amor y justicia de DiosMuestra

Dios personal

Así dice el Señor: «Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada —afirma el Señor—.


Dios está buscando al hombre o a la mujer que tiene sed de conocerlo. Él está buscando a la persona que anhela estar cerca de él, ser uno de sus íntimos, conocerlo personalmente. Esta no es una persona que está enamorada de la sabiduría, el dinero o las riquezas. Esta persona no estará enamorada de las cosas de las que el mundo está enamorado, ni estará demasiado impresionada por los ricos y los poderosos, por los Larry Ellison y los Warren Buffetts del mundo. (Tal vez la comunidad Hispana no sepa a quien se refieren? Tal vez podemos escoger otros nombres? Bill Gates, Oprah?)


Esta persona no se sorprenderá por aquellos que son excelentes en el rendimiento atlético, por los Kobe Bryant y los Usain Bolts del mundo. Esta persona tampoco será atraída indebidamente por estudiosos y escritores que acumulan títulos y publican obras. No, esta es una persona que ha vislumbrado la gloria, que respira el aliento de la eternidad, que ha visto a Dios y nunca se ha recuperado.


Esta es una persona que está impresionada con Dios mismo, con el Creador, no con sus criaturas. Esta persona anhela conocer a Dios, entender a Dios y estar cerca de Dios. Él o ella sabe que Dios es el Señor, el Dios todopoderoso y soberano. Esta persona sabe que Dios es el Dios de amor firme, justicia y rectitud en la tierra. Esta es la persona que sabe que Dios es bueno y grande, y es el privilegio de nuestras vidas conocerlo. ¿Dónde están las personas así? ¿Las personas que tienen sed de conocer a Dios?


Conocer a Dios es nuestro mayor bien y más profundo gozo. Conocer a Dios nos aviva y emociona más que cualquier otra cosa. Conocer a Dios es nuestro propósito, nuestra misión y nuestra vida. Conocer a Dios es la gloria de una vida humana.