Amor y justicia de DiosMuestra

Dios es bueno

Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.


El Creador nos llama a través de su creación. Cuando contemplamos el amplio cielo azul, cuando sentimos el calor del sol de la mañana, cuando vemos la luna creciente en una noche clara, cuando las tormentas funestas caen, cuando los relámpagos iluminan la noche, cuando vemos estrellas interminables abarrotadas en el cielo nocturno: es en estos momentos que vemos la huella digital de Dios, escuchamos su voz, sentimos su gloria y su poder.


¿Qué nos dicen los cielos acerca de Dios? Nos dicen que Dios existe, que hay un Creador detrás de la creación. En el fondo, sabemos que hay un Creador invisible.


Además, nos dicen que Dios es grande, muy grande. Y a medida que aprendemos más y más sobre el tamaño del universo, nuestra apreciación del poder y la grandeza de Dios se hace cada vez más profunda. Este Dios, este Creador, es inmenso más allá de las palabras.


Los cielos también nos dicen que Dios es bueno. Él es el Dios que «hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos» (Mateo 5:45). Él es bueno y misericordioso con todo lo que ha hecho.


Los cielos nos dicen mucho más: que Dios es fiel, que Dios es sabio, que Dios es impredecible, que Dios es consistente, que Dios es majestuoso y que Dios es bondadoso. Él es el Dios soberano e infinito. Él es el Dios de abrumadora belleza y majestad. Como dijo Simone Weil: «La belleza del mundo es la tierna sonrisa de Cristo para nosotros que viene a través de la materia». ¡Qué grande es nuestro Dios!


Cuando vemos la gloria de Dios en los cielos, nos sentimos humildes, pequeños y a la vez atónitos. Este es Dios y él debe ser adorado. Este es Dios y él debe ser obedecido. Este es Dios y él debe ser amado.